lunes, 9 de diciembre de 2013

...Y, TÚ, ¿QUÉ TE LLEVARÍAS...?


Entonces, cuando la marea baje cerraré el equipaje y no me conmoveré”.


Muchos han hablado sobre ello dando pautas qué, al leerlas, sin resistencia comulgamos a pies juntillas con el firme propósito de llevarlas a cabo. Sin embargo, el ritmo y las exigencias de nuestro entorno, las relegan a un lugar injustamente infringido…. Me refiero, aquellas pequeñas e invisibles cosas que realmente importan…
Se acerca la navidad y parece que el espíritu navideño se respira en el aire. Las esquinas de la ciudad, se vuelven cómplices con las miradas de los transeúntes. En los pasos de peatones, los extraños comparten tímidas sonrisas esbozadas con cierta empatía y, así, un interminable etcétera conformaría una larga lista de delatadores detalles que nos presentan ante los otros, de una forma diferente.
Me pregunto sí, toda ésta magia, es fruto de una festividad que convierte en excepcional una actitud que debería ser propia y habitual desde once meses atrás. En todo caso, siempre sale en nuestra defensa el propósito de enmienda. Una iniciativa que acordamos llevar a la práctica cada primero de año; predisposición que en algunas oportunidades, se ve abortada antes de que llegue por entonces el lejano y místico diciembre.
Hace unos días en un acto de benevolencia conmigo misma, y, contraria a mis principios de “¡nunca hacer una valoración de mi vida!”, mi debilidad humana me llevó a la clandestinidad de unos pensamientos alojados en la discreción de mi santuario, que no es otro qué, el de mi hogar.
El escenario era proclive; coyuntura que llevó a colarse por las fisuras de unos criterios a la  inesperada introspección. Era casi  lógico, fuera llovía a cantaros y las gotas de lluvias se estampaban contra el cristal; tal vez, buscando el calor de una chimenea que frívolamente mostraba entre las brasas, el confort de una morada. La pregunta convertida en tópico, y nada rebuscada, hizo que meditase sobre aquellas cosas que realmente importan y, por lo tanto, llevaría en una “maleta” cuando me tocase abandonar mi condición de mortal.
En esta columna de “Más que Divinas”, hoy, haré una excepcionalidad dejando el humor a un lado para hablar de aquello que deja de ser simple cuando  te paras a analizarlo. ¡Todos!, sin excepción alguna, nos hemos hecho esa misma pregunta en alguna circunstancia…
 Y, tú… ¿qué te llevarías?
Hoy, doy comienzo a la columna con una pregunta entre los bucles de mis renglones donde espero, podáis cavilar sobre el contenido de la maleta que todos portaremos.
Y tú, ¿qué te llevarías…?
… “Entonces, cuando la marea baje cerraré el equipaje y no me conmoveré”
¿Te conmoverías ?...
Con cierta prudencia y, a lo largo de nuestra existencia, vamos introduciendo en ella retazos de una vida. Sueños, anécdotas, instantes, encuentros y desencuentros. Ingredientes indispensables que forman parte del puzle de una historia, la nuestra. Hay momentos en que esa pregunta surge como un fantasma rompiendo nuestra cotidianidad con la maliciosa intención de recordarnos la brevedad de los años, lo efímero de la vida, lo sublime y especial de lo no tangible, tesoros alojados dentro de cada individu@; que desgraciadamente muchos abandonan este plano sin haber reconocido el obsequio que había en su mochila personal.
Si hoy tuviera que embalar cuantas cosas importantes he acumulado en mi vida, el concepto de amor lo guardaría en un recoveco de mi alma para llevármelo conmigo a donde quiera que me toque ir después. Se trata de adoptar aquellas huellas que deja el sentimiento cuando ¡por fin!, lo has conocido, el amor. Con él nace la generosidad, la libertad, el perdón y ¡lo más difícil!, reconocer a su mayor enemigo, el ego. Seguidamente y con mucha ternura, acomodaría millones de escenas familiares. Las que surgen de la rebeldía, de la juventud, de la disciplina de unos padres, del esfuerzos de esos mayores por darnos lo mejor de sí mismo tratando con ello, de mitigar sus errores; fruto del desconocimiento que todos tenemos al ser primerizos en ese rol.
Mi debilidad… ella….
Siento verdadera adoración por mi hija. Imprescindibles para mí, su risa junto al desorden que provoca ¡nada más entrar por la puerta!, su apoyo, su afecto, el sonido del piano cuando arroja sobre él, todas sus frustraciones y devociones consiguiendo con su dolor, sacar notas que calmen su alma y a la vez la mía…
Continuando con mi lista y, no por el orden menos importante,  mencionaría al compañero que anda en mi presente la misma senda que la suela de mis zapatos acaricia cada día. Con sus luces y sombras, él logra desbancar la desidia y evita que el virus de la intolerancia incapacite el éxito de una relación sana, madura y maravillosa. Nada es fácil, y, a veces, las oportunidades tardías nos llegan con una gran dosis de  pasión y entrega, sumando sorpresivamente a los días de nuestro calendario.
La amistad ocupa un privilegiado lugar en mi  lista. Una palabra a menudo mal aplicada por personas que desconocen su verdadero significado. Mi opinión, nace de la experiencia y los años. Con cierto margen de error, la asocio con aquellos llamados a fila donde muchos se inscriben, pero pocos se quedan… ahí, es donde se pierden esos sucedáneos con la etiqueta de amigos. Afortunadamente, el universo me ha premiado con algunos de ellos que entran en la categoría de “incondicionales”. Un trabajo de conquista que va en dos direcciones; resaltar mi orgullo por esas maravillosas mujeres divinas que permanecen a mi lado, y yo, junto a ellas, aprendiendo y creciendo en cada encuentro. Mujeres valientes y referentes de lucha, dignidad y osadía.
Guardemos con esmeros y celo los fotogramas de una sonrisa recibida al otro lado de la cama al despertar, aquellos silencios elegidos, los paseos otoñales, la brisa en el rostro, y un incuestionable e interminable listado de cosas simples que marcan las agujas del reloj de nuestra historia.
Si tuviera que hacer hoy mi maleta, la haría sin prisas, agradeciendo con el lento movimiento de mis manos, cada costura al doblar uno por uno mis recuerdos…
Esther Mendoza.
Tu presencia es como una caricia de otoño...


domingo, 24 de noviembre de 2013

NOVIEMBRE EN LA PIEL...


El tiempo, se convierte en una estación de oportunidades para aquellos que ocupan sus vagones…


Casi despedimos noviembre…
Se va un mes mágico que anuncia un letargo de once largos meses…

Mi entrañable noviembre..., entre paraguas y bufandas, ¡te alejas victorioso!, no sin antes, frenar mí impulso de querer atrapar entre tus pliegues, aquellos sonidos que en un pasillo silencioso partirán pronto contigo…
Noviembre lluvioso..., ¡ávido y cómplice con el viento!, concebiste poesías entre las brasas de un fuego, forjando así, pausas entre acto y acto que guardo secretamente, esos qué rubricaste con anhelos y realidades que supieron aprovechar su tiempo al perderse entre tus dulces momentos…

¿Extrañarte?… ¡es un sentimiento inherente!, aflora cuando pasas por delante de mí obligándome a observar con condescendencia, tu exilio hasta el próximo noviembre...
Sin lágrimas en los ojos, te despido en la estación de las oportunidades. Aquellas que viajan en un vagón para preñarme con una utopía, cuyas sombras aguardarán detrás de un ciprés hasta el próximo noviembre…

Tus huellas persistirán en cada gota de lluvia, y, entre guiños solares, coquetamente hilvanará brisas gélidas con tu aroma y el suyo...
Compañeros acérrimos en ésta aún larga estación que fosilizará con tus hojas muertas, aquellas que sirven de alfombra en mi danza de seducción…

Posees caminos que llevan a mi rincón favorito, a unos brazos, a una piel, a unos labios dónde duendes e ilusiones, conviven por un mismo propósito…
Mi querido noviembre, te abrazaré en mis madrugadas hasta el próximo otoño...

El firmamento será guía y tejado.; un proclamador  que en cada estación, precederá con un bostezo largo en el tiempo…
Esther Mendoza.

… Y mañana sin ti, volveré a ser "ahora" con el breve tacto de su piel…

 

 

jueves, 21 de noviembre de 2013

UNA HISTORIA MAS...

Hay que morder el polvo primero, para saborear la gloria de la perseverancia después…
 E.M.

Se preguntaba porque aun siendo un hombre joven, el espejo cada mañana le devolvía un rostro anciano. Tal vez, tendría que aceptar que las personas envejecían más rápidamente cuando las esperanzas y las ilusiones, se arrugaban en un bolsillo llamado falsas oportunidades. No resultaba fácil entender que aquello que más se teme, es lo que se debe enfrentar...
 
 
Al caer la tarde, se sentó en su sillón de caoba y
piel envejecida frente al ventanal que daba a su jardín; un butacón heredado de su abuelo paterno. El viejo capitán de barco siempre que regresaba de sus travesías, mientras llenaba su pipa, le contaba interesantes aventuras que de pequeño le pedía escuchar; trataban ¡de intrépidos lobos marinos!. Sus ojos enormes se agrandaban como las velas de un navío desdibujando las pocas pecas que salpicaban su rostro infante al ocupar el protagonismo de la expresividad.
Muy rara vez, mostraba su perfecta dentadura acompañada de una generosa sonrisa. ¡Sólo y exclusivamente!, cuando escuchaba aquellas historias que contaba su yayo…
… Nunca, le resultó fácil sonreír…

Casi cuarenta años separaban aquellos recuerdos de su presente. Una mueca agridulce se reflejó en su hermosa boca varonil al rememorar  esos fotogramas que guardaba celosamente en un rincón de su alma.
 
Contempló el ocaso de un día que nuevamente se llevaba con las últimas luces, los intentos fallidos por conservar  y proteger su mundo y a los suyos. Promesas de papel salidas de las bocas de unos pocos qué, un día, engordaron su lista de inscriptores bajo el seudónimo de “amigos”. Ningunos hoy, tenían la valentía de quedarse y recoger a su lado, los restos de un devastador Tsunami llamado crisis.
Sus pensamientos seguían su curso, sin freno y sin la menor consideración. Poseía una mente dictatorial, acostumbrada a gobernar su cajón desastre sin darle una mínima tregua…
Apuro la copa de vino blanco para luego, inhalar el humo del pitillo número diez. Con éste, dejó hueco en su pitillera para un mismo número de cigarrillo que brevemente, rosaría el frio metal de aquel elegante estuche que esperaba ser ocupado nuevamente de forma fugaz…
Pareciera que el presente se convirtiera sólo en preguntas…
Clavó su mirada en el horizonte. Respiró profundamente. Sintió sus  pulmones oprimidos por la angustia; ¡de pronto! le vino a la cabeza una máxima que con los años hizo suya. ...  Siéntate y espera, que aquellos que te hieren suelen destruirse solos… (Antonio Sauret)

Esther Mendoza.
 

 
He sido un luchador y eso quiere decir que he sido un hombre
(Goethe)
 
 

domingo, 10 de noviembre de 2013

TE ELIJO POR SABER PARAR EL TIEMPO...

En ocasiones, el universo nos premia con un ser que puede parar nuestro tiempo...
Escultura Raffaelo Monti. 1818-1881)..

…Desde muy niña tuve la creencia de que alguien estaba ahí fuera, en algún lugar sosteniendo mis sueños por si se daba la poca fortuna de dudar de ellos y los aniquilaba con una rendición. Realmente, nunca podemos saber en qué punto de nuestra vida una alineación planetaria nos bendecirá con la materialización de esos anhelos. Y, he de decir, que no es patrimonio de la juventud las hermosas oportunidades, ellas llegan… 
Entonces, ¿es cierto que existe esa persona que nos complementa?....una parte recóndita de mi mente pregunta.- Sí, la respuesta es… sí…

Pensamos que con los años desaparecen las dudas y los miedos; sentimientos propio de la vanidosa juventud que atesora el tiempo como un estado impertérrito donde hay cabida para todo tipo de emociones. Sin embargo, el nuevo modelo de relaciones que hoy nos empuja con premisas que marcan la diferencia sobre la convicción de cada individuo, resulta cada vez más difícil para reconocer a quien tenemos delante y si podría ser o no, el mejor candidat@ a compañer@ de viaje…

Afortunadamente hoy, no es mi caso. He sido una alumna aplicada y aprobada con matrícula de honor en pasar años viviendo la inutilidad del sufrimiento romántico. Creo, qué algún mérito tiene la madurez, no en vano con ella sumamos números en el calendario y como no, en experiencias también.

Vivimos y apadrinamos en nuestra adolescencia y juventud el desamor como parte de un guion hollywoodiense qué, con el tiempo, al evocarlo nos arranca sonrisas. El premio a la victoria de los daños colaterales de las rupturas, nos lleva por una ¡más que merecidísima alfombra roja! portando el Oscar a la sabiduría, el humor y en un supuesto equilibrio que nos dan los años…

¿Almas gemelas o príncipes azules?.., yo apuesto por un amor sereno, real, sin caballo ni armadura oxidada por concatenaciones que le impiden ser quién quiere ser.

Elijo…, te elijo… por saber parar el tiempo cuando estoy entre tus brazos, por mostrarte ante mí a pecho descubierto, por la humildad con que miras a mis ojos y extiendes tú mano para acercar esas orillas que el tiempo y el espacio provocaron. Admiro de ti tu capacidad para aceptar la crítica, aunque no sean flores lo que recibas, el esfuerzo que haces por exiliar a un ego sin invitación, y la valentía que posee un noble caballero... TU,... inevitablemente es difícil no adorarte…Tuya...

Esther Mendoza.

Siempre será mañana...



domingo, 27 de octubre de 2013

AMOR INMUTABLE...

Un amor inmutable no se deja arrastrar por las tempestades, no las conoce...



Nuestros pensamientos siempre van acompañados de emociones que esperan  materializarse en la brevedad que acompaña al deseo.

Un amor inmutable no conoce de fisuras por las que se puedan colar despropósitos y actitudes que cambien su valor. No se desmorona con amenazantes nubarrones,  ni por las lluvias finas que apenas empapan. No se descarna en sutileza ni en roses cotidianos fruto de la duda y los miedos humano. Por el contrario, su capacidad de amar no tiene límite. Abandera la generosidad, confabula con la confianza y firma pactos con la paciencia para qué, el perdón, no suspenda en una empatía con el orgullo.

El amor inmutable, es lo supremo de los sentimientos. En definitiva, se convierte en un fuerte infranqueable contra los embiste y desencuentros del destino, la imperfección del otro, la escasa fortuna, y un sinfín de desatinos y burlas del azar.

El amor inmutable se sostiene en un baluarte con una estructura de confianza de una sola pieza, resistente a los impulsos y terroristas emocionales.  

No hay goteras, ni peligra un derrumbe. Los créditos del amor suman por igual. No culpa a la providencia del resultado de sus errores. 

Aprende cogido de la mano del otro…


Un amor inmutable es irrompible…


Esther Mendoza.



 Solo el alma lo puede sentir y la nostalgia traducir..



lunes, 21 de octubre de 2013

EL AMULETO...

El único amuleto infalible se encuentra en nuestro corazón cuando va acompañado de la razón. E.M

Cuando el ser humano se encuentra en una encrucijada sin opciones que naveguen en el único océano conocido, busca salidas que le ayuden a dilucidar aquel punto de estabilidad perdido llamado razonable felicidad…

Sin embargo, cuando las tormentas externas con pronósticos devastadores escondidos tras un paradigma de promesas que no llegaron azotan indistintamente la fachada de nuestro equilibrio, terminamos encallados, abatidos por olas cargadas de augurios en los que creímos y nunca fueron rubricados. Y, como náufragos  imbuidos por un eco que nos arrastra a la deriva de un caos que pareciera no tener piedad, sentimos la avalancha de los miedos paralizando la poca cordura albergada tras un Tsunami de despropósitos que arrasa con la recompensa y los sueños de una vida.

Cuando abres los ojos después de la tempestad, el tiempo ha tomado cuanto a su alcance fue encontrando despojando de los más preciados tesoros materiales y sentimentales que un ser puede poseer. El cuerpo es arrastrado metafóricamente a orillas de una playa cualquiera donde sus lugareños hablan de un plan b. Actitud obligada a tomar en consideración como si de una verdad absoluta se tratara que no admite replica convirtiendo el exilio en un paraíso llamado paciencia, cuya máxima es un mantra que lleva la palabra “reinventarse”..

Para aquellos que no tenemos pajolera idea cómo hacerlo cuando todas las alternativas se han borrado del mapa de la coyuntura, recurrimos a pequeños amuletos en pos de una fe qué, a veces, sentimos que nos abandona al delirio de unos cuantos ladrones que tienen el poder y la potestad de robarte la ilusión.

Entonces, un pequeño objeto físico, palpable, en el que se sustentan  desesperadas suplicas por recuperar un velero perdido, lleva al filo del milagro el final de una película en la que no se quiere participar.

Afanes acompañados de anhelos al borde del precipicio. La exterminación de cualquier nueva oportunidad exige el uso de un amuleto que recuerde que los imposibles, hay que enfrentarlos aunque en el horizonte no se dibuje la respuesta al arrojo.

El talismán adquirido bajo el embrujo de la esperanza, llevará a cabo la viabilidad de historias no fraguadas que esperan tener su lugar y tiempo. Capítulos no aptos en la niebla de los hubieras. No conocen el despropósito de un imposible, de una duda. Quieren su espacio y su protagonismo. Deleite bordado en el alma de aquel que arriesga, cree y confía sin esperar respuesta de la desidia humana.

Tal vez, en ese punto de desesperanza y agotamiento los hilos del destino muevan piezas pujando por las ocasiones tardías. Figuras humanas en movimiento convertidas en amigos, conocidos, compañeros, amantes, parejas y un no tan largo etcétera  que  se aferran a los regalos de la vida simple con un yo me lo merezco…

…. Pero..., ¿qué ocurre cuando los deseos se cumplen y dudamos de su merecimiento?
Es probable que se esfume como el humo del último cigarrillo del día…

Nunca se quedará aquello que no duerme en el calor de la gratitud; un reconocimiento llamado oportunidad o  milagro…

En todo caso, siempre podemos responsabilizar del destino final, al amuleto…

Esther Mendoza.




domingo, 13 de octubre de 2013

"Tu media sonrisa..."

Hay presencias que están destinadas a quedarse en el alma..


… Un día dónde mis pisadas me llevaban a ningún lugar, mis pensamientos se elevaron al cielo en espera de una contestación. Quería regalar flores a un jardinero fiel. Esas “flores”, simbolizaban la respuesta a millones de gestos que no siempre recibimos. Un día cualquiera en un acto de generosidad, el universo me regaló esa parcela. Una alineación planetaria me puso frete a él. Le reconocí porque supo mirar donde otros, ni siquiera fijaron la pupila de la curiosidad.

Su media sonrisa se arrojo sobre mi mirada. Un estallido de sensaciones se precipitó sobre mi comedido equilibrio, haciendo que mis párpados, se cerrasen por unos segundos volviendo a observar aquella seductora, descarada y bella sonrisa. Pensé: ¡Es necesario encomendar con cierta urgencia mi alma a la cordura! para protegerla de una emoción que conquistaba cada poro de mi piel…

… Si nos detuviésemos a contemplar donde otros no miran, muchas veces repararíamos en fragmentos que hablan de un alma, de un ser qué, como muchos o, como todos, se protege de aquellos usurpadores expertos en arañar la fragilidad de una confianza, de un sentimiento. Retazos que asoman poniendo nombre a un escudo qué, jamás, ha sido demolido por un mensajero capaz de amar la esencia de quien lo porta.

Me detengo en cada detalle que su persona me ofrece. Y, compruebo, el valor que tiene el tiempo. Instantes retratados en fotogramas que almacenamos en nuestra memoria, complementando los largos capítulos de una vida…

… Tu media sonrisa llena mis espacios y disuade las sombras que se filtran por la ventana de lo cotidiano…
Te escribiría una Ilíada. Sé que tengo todo el tiempo del mundo…que, no es otro qué,  aquel, que escala las oportunidades que ponemos a su alcance…

Esther Mendoza



miércoles, 25 de septiembre de 2013

"CARTAS AMARILLAS, FRAGMENTOS DEL TIEMPO..."

"Huellas de una historia..."

Al mirarse al espejo no se reconoció. Atrás quedaba  aquella hermosa mujer que obligaba a cuantos se cruzaban con su mirada impenetrable, a bajar sus párpados con cierto reparo. Hoy, era la burda copia de un retrato en los que muchos se deleitaron.

De fondo la melodía de Glen Miller en su “Moonlight Serenade”, aliviaba la nostalgia que arañaba a su corazón al recordarle, lo efímero de la belleza, lo breve del tiempo, lo antojadizo del amor cuando los años rasgan la esperanza, y, con jirones de desencanto, diseña su mejor vestido para la gala de la decepción…

Se dió cuenta que secaba sus lágrimas con su pañuelo; aquel pañuelo... Una reliquia que custodió en su pecho por más de cincuenta años, cuyas iniciales bordadas, ya desdibujadas por la pasión guardada entre sus senos, se convirtió durante esos años en el hilo conductor entre la cordura y la capitulación de una historia que no pudo ser. Su ahogado llanto quedó mudo en la estación de las oportunidades; esas que nunca llegaron. Ocasión presa entre los barrotes de una ausencia, de una espera gélida que cubría con su manto, cualquier resquicio de expectativa…

Cuando sus tormentas se lo permitieron, dándole una tregua al dolor encasquillado en los recovecos de su alma, se levantó lentamente apoyada en su bastón; fiel compañero qué, junto a su sombra, no la abandonaba salvo, en la soledad compartida con Morfeo.

 Con pasos cortos, titubeantes y temerosos de perder el equilibrio, se dirigió a aquél cajón que estaba relegado al olvido. Recuerdos condenados al desalojo de una espera que durante años, peregrinó en generaciones amarillentas destinadas al exilio de la memoria. El contenido de aquella gaveta, recibió tal vez, un castigo injustamente infringido.

Su temblorosa mano derecha, buscó junto a unas medallas que cogaban de su cuello, aquella llave que prendía por más de medio siglo. Fragmentos de tiempo encarcelados, huellas de una historia, la suya… 
Señales del mapa de vivencias anónimas dónde los anhelos, fueron abortados por la omisión de una promesa…

...Y, como si de una reliquia se tratara, tomó entre sus arrugadas manos las hojas sepias salvaguardadas por un lazo rojo. Con exquisita delicadeza, deshizo la cinta de seda para perderse entre los renglones de aquellas cartas. Capítulos sin reposición de una vida…

….Querida alma perdida:

Mi memoria es traicionera, y, no me deja recordar la última vez que tú y yo, mantuvimos una conversación.

Era verano. La luz del sol bailaba frente a las hiedras y el sonido de las abejas me inquietaba. Decidí traspasar aquella verja. Mis piernas temblorosas no disuadieron a mi voluntad de acercarme a él. Sin darme cuenta, había sorteado los sarmientos de una antigua viña. 
Mi obsesión por los detalles, me llevó a fijarme en la danza acompasada de dos amantes.Dos pequeños invertebrados regocijados del momento vivido. Un encuentro dónde los deseos tomaban forma: manifestación sublime del ciclo de la vida. Sonreí, y, secretamente, envidie el fervor de aquellos caracoles....

Alcé mis ojos al horizonte. Allí, le encontré...
¡La sangre fluía arrítmicamente!, bajando de forma imparable, llenando los rincones más íntimos y pudorosos de mi joven anatomía. De mi interior, se desgranan susurros cálidos deseando chocar contra su piel…Qué hermoso era su rostro, que bella sonrisa asomaba en aquella boca que desee mía en el primer segundo de cruzarme con ella...  

Es difícil relatar cómo empezó, cómo sucedió aquel encuentro inesperado. Cuando quise darme cuenta, hablábamos, y buscábamos la tibieza de un roce inocente y genuino. Sentí su mano deslizarse por uno de mis tirantes caídos sobre mi hombro izquierdo...
Nos fundimos en instantes de ternura que, la brevedad del tiempo, consagró en pasión... 

Un frenesí que, en las horas muertas de mis recuerdos, asalta cual soldados medievales empuñando fotogramas que despiertan sentimientos que creí propiedad de otros...
Intuyo, que forma parte de mi historia, así, me lo muestra las escasas visitas de mi lucidez…

... Me paro.No consigo recordar la razón que me ha llevado hasta aquí….


La mujer cerró los ojos abarcando con movimientos imperceptible su espacio sagrado, al tiempo qué, protegía contra su pecho, el fruto de un sueño que quebrantó la realidad que nunca quiso recoger. Aquellas cartas contenían mensajes que se empotraban en su ser; con angustia, dolor y sinsabores.

El tiempo la vapuleó. Apretó sus manos en espera de encontrar un calor perdido…, ese, que nunca llegó..

No tuvo valor para seguir perdiéndose entre las líneas veleidosas de su historia, qué, fugazmente, le llegaba con claridad para dejarla luego caer en la oscuridad del abismo y desconcierto. Nuevamente, ató el lazo rojo devolviendo al destierro, pedazos de su vida…

Apenas hay claridad…

Otro día más, su memoria se pierde entre dos corrientes…

Otra noche cae sin apenas sentir…


Esther Mendoza.


"Mi mente frenó. Mi corazón recordó aquella vieja melodía que me llevaba nuevamente a ti..."

lunes, 23 de septiembre de 2013

"EL FRÍO DE UNA VERDAD..."



"TIENES ALAS PARA VOLAR, ¡ÚSALAS!.."
… Tras aguardar unos minutos con un incierto y extraño silencio, su mirada no se apartaba del movimiento casi ajeno de la copa en su mano. Su semblante habitualmente sereno, se tornó tenso. La contracción de su mandíbula, y, lo apretado de sus labios, le delataron en el momento en el que su voz se hizo oír con un. “tenemos que hablar”


Sustituir la expresión de“amor mío” por su nombre de pila, sonó demoledor, poniendo de pronto nombre a una pesadilla espesa que la invadía desde que penetró en la habitación. Sin embargo, no pudo evitar tatuar aquel rostro distante en sus pupilas.

Los segundos se alargaban abanderando el temor. El “tenemos que hablar”, anticipaba la crónica de un año  marcado a base de  titulares grises, ¡La hecatombe! que no da tregua a pensar con agilidad y cuyas líneas siguientes, sentenciaban con verse sentada en el despacho de un “ilustre” abogado firmando un divorcio “forzoso” qué, él, llamaría de mutuo acuerdo y ella, “fría traición...” añadiendo una gran dosis de cinismo fruto de su falta de escrúpulos qué, con maestría, la colocaba en la larga lista de mujeres abandonadas por hombres emocionalmente autistas. 

... La miró como si la viera por primera vez; expectante y seguro de arrebatarle su voluntad…

Su endiablada y atractiva planta varonil, se paseó por la estancia dejando caer su cuerpo sobre el sofá color turquesa qué a ella, tanto le gustaba. Un capricho adquirido  en el último viaje que ambos hicieron a Turquía apenas unos meses atrás.

Con una aparente impavidez que la exasperaba y a la vez acrecentaba su ansiedad, se repetía así misma, ¡mantén la calma!, ¡mantén la calma! a modo de mantra hasta recuperar el control de una desafortunada situación que apuntaba maneras de no ser muy halagüeña.

En esta ocasión, se sentía imbuida en una encrucijada dialéctica emocional que presagiaba, cual escena de “psicosis 2”, un cuchillo gélido en su espalda, llamado perfidia ….

Ante aquel aplastante pronóstico terrorífico nacido de las palabras de su marido, su  cuerpo la alertó tensando su espalda. Mientras, un ego tirano sonreía maliciosamente al sentirse vencedor de una partida sentimental rematando con un jaque mate, en un tablero que representó hasta ese instante, su fina estampa familiar…

Aquel irreconocible rostro impasible y firme de una toma de decisión, escenificaba en medio de su salón un abandono…

Sin haber estudiado el papel, salió a escena e improvisó. Descubrió entonces, que su capacidad de asombro, no tenía límites…

…. Y, muy a su pesar, se percato  de qué, esos instantes, pertenecen a esas horas del día en dónde la mente gana la batalla al corazón…

Esther Mendoza.

“….. Los espejos rotos de una vida… no deben impedir reconocerte en el extremo de una decepción…”





miércoles, 18 de septiembre de 2013

"HASTA QUE VUELVAS..."

"En la espera, las horas se adueñan  de la impaciencia, dando riendas suelta a mi imaginación al sentir tus labios, rozando  mi nuca..."

Hay corazones heridos que no quieren sentir las horas cuando observan  la soledad que les acecha. Esos corazones dan crédito a una angustia mezquina que toma posesión de su razón disuadiendo con destreza, una felicidad más que merecida…  

Los recuerdos estancados ¡hay que exterminarlo como a las plagas!. Estos llevan por veredas escabrosas dejando en el camino, la piel de las oportunidades…

Eternidad…

Eso es lo que sucede cuando sus manos se separan después de un beso que acompaña un “hasta mañana mi vida…
Los escalofríos silenciosos, pierden puestos frente a la ilusión y el deseo. Una coyuntura qué, algunas veces, surge de la nada; De esa nada  fruto de una rendición…

…. Y en los momentos…

…. cuando tu coche para frente a su verja, ¡¡ ella corre hacia ti!!  Colándose por la ventanilla del copiloto, ¡acortando los miedos!..., cambiando el significado de la distancia qué,  ya…,  no sientes cuando la miras y le dices:  “ Te amo...” o la despides con un “ ¿¿Te he dicho hoy, que te quiero…??”a lo que responde; "...no, imperdonable..." guardando la mentira piadosa debajo de una espera que endulzará su boca...

…. Con los días…

…. Es temprano. La luz de la mañana se cuela por las rendijas de la persiana. El estor coquetea  con las primeras luces que hacen carantoñas en el rostro… y, ella, se hace la remolona cubriendo con las sábanas su cabeza tratando de huir de los primeros rayos del día…

…. Es cuando abres los ojos, caes en la cuenta de qué el tiempo ha destruido el puente de la espera, ¡ahí!… al otro lado de la cama, te recibe su sonrisa con dos adormilados “ buenos días..”. El del ahora, y aquel que no tuvísteis  mientras ambos, con otras vidas, en lechos distintos dormíais…

Esa mujer cuida de tus flores. Esas que llegaron tarde y nunca antes conociste…  Te llama “su jardinero fiel…” porque has esparcido en su alma la semilla  intima que reconoce el amor maduro, sereno y firme…el que nunca se va de puntillas sin despedirse…

Esbozas una sonrisa y aún somnoliento,  acaricias el instante de sentirla cerca…,
Notas su respiración relajada.Se ha vuelto a dormir. Detienes la mirada en su espalda bien definida al tiempo qué, la yema de tus dedos, dibujan un te quiero en la geofrafía de su piel; blanca y suave como la seda…
Te acercas mientras duerme para abrazarla tatuando tu aliento en los recovecos de una pasión...

…. Tus flores…

Ellas representan el placer de la vida simple. Algo así como…; Preparar una mesa para dos…, una lectura conjunta; relatos que la embelesa atrapándola entre la entonación y la sorpresa que lleva la aventura de tú narración. Consciente de la intriga que despierta la historia, levantas la mirada y sonríes para adentro. Su pequeña silueta está hecha un ovillo en el sofá, ¡expectante!  de saber qué ocurre  en “el puente de los asesinos…”de Arturo Pérez Reverte.

Hoy tus flores se visten de gala para lucirse en, una mirada esquiva que recorre su figura, también, para ese beso sonoro que los labios femeninos depositarán en tú nuca cuando enfrascado en tu opera preferida te sorprenda la tibieza de su boca…, y, como no, en el deleite y frenesí que produce deshacer una cama, la vuestra…,y por último, en la locura excelsa que encierra una suplica que esconde un “¡escápate conmigo…!”

….Te levantas y despacio, al compás de "la forza del destino" de Verdi, te acercas a ella sentándote en el poco espacio que dejan sus piernas en el sofá.Con ternura, apartas el cabello que cubre el lado derecho del rostro y clavando tus pupilas en las suyas le repites por enésima vez…,”lo hermosa que te parece…”

Esther Mendoza.