lunes, 23 de septiembre de 2013

"EL FRÍO DE UNA VERDAD..."



"TIENES ALAS PARA VOLAR, ¡ÚSALAS!.."
… Tras aguardar unos minutos con un incierto y extraño silencio, su mirada no se apartaba del movimiento casi ajeno de la copa en su mano. Su semblante habitualmente sereno, se tornó tenso. La contracción de su mandíbula, y, lo apretado de sus labios, le delataron en el momento en el que su voz se hizo oír con un. “tenemos que hablar”


Sustituir la expresión de“amor mío” por su nombre de pila, sonó demoledor, poniendo de pronto nombre a una pesadilla espesa que la invadía desde que penetró en la habitación. Sin embargo, no pudo evitar tatuar aquel rostro distante en sus pupilas.

Los segundos se alargaban abanderando el temor. El “tenemos que hablar”, anticipaba la crónica de un año  marcado a base de  titulares grises, ¡La hecatombe! que no da tregua a pensar con agilidad y cuyas líneas siguientes, sentenciaban con verse sentada en el despacho de un “ilustre” abogado firmando un divorcio “forzoso” qué, él, llamaría de mutuo acuerdo y ella, “fría traición...” añadiendo una gran dosis de cinismo fruto de su falta de escrúpulos qué, con maestría, la colocaba en la larga lista de mujeres abandonadas por hombres emocionalmente autistas. 

... La miró como si la viera por primera vez; expectante y seguro de arrebatarle su voluntad…

Su endiablada y atractiva planta varonil, se paseó por la estancia dejando caer su cuerpo sobre el sofá color turquesa qué a ella, tanto le gustaba. Un capricho adquirido  en el último viaje que ambos hicieron a Turquía apenas unos meses atrás.

Con una aparente impavidez que la exasperaba y a la vez acrecentaba su ansiedad, se repetía así misma, ¡mantén la calma!, ¡mantén la calma! a modo de mantra hasta recuperar el control de una desafortunada situación que apuntaba maneras de no ser muy halagüeña.

En esta ocasión, se sentía imbuida en una encrucijada dialéctica emocional que presagiaba, cual escena de “psicosis 2”, un cuchillo gélido en su espalda, llamado perfidia ….

Ante aquel aplastante pronóstico terrorífico nacido de las palabras de su marido, su  cuerpo la alertó tensando su espalda. Mientras, un ego tirano sonreía maliciosamente al sentirse vencedor de una partida sentimental rematando con un jaque mate, en un tablero que representó hasta ese instante, su fina estampa familiar…

Aquel irreconocible rostro impasible y firme de una toma de decisión, escenificaba en medio de su salón un abandono…

Sin haber estudiado el papel, salió a escena e improvisó. Descubrió entonces, que su capacidad de asombro, no tenía límites…

…. Y, muy a su pesar, se percato  de qué, esos instantes, pertenecen a esas horas del día en dónde la mente gana la batalla al corazón…

Esther Mendoza.

“….. Los espejos rotos de una vida… no deben impedir reconocerte en el extremo de una decepción…”





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