martes, 27 de agosto de 2013

"la soledad, a veces puede ser la peor compañía..."

La tarde se ha puesto triste, la lluvia tiene un color…

... Por un momento se percató de su presencia… ¿Cuánto tiempo llevaría observando su sufrimiento? No sabía qué relación guardaba con sus circunstancias, con su dolor….

Lentamente se alejo del bullicio dirigiéndose a aquel rincón estratégico donde nadie de aquella multitud, reparara en su persona…

Se acurrucó en una postura fetal, como cuando era niño y buscaba el regazo materno. Sin apenas darse cuenta, empezó a balancearse coqueteando con el vaho de una realidad que se había llevado una gran parte suya… sin pedirle permiso…, sin despedidas…

El anciano que le observaba desde el otro lado del frío recinto, fue testigo mudo de su rostro escondido entre su pecho y sus pensamientos. Se acercó, y, sin mediar palabra, tocó su cabeza con delicadeza…

Se arrodilló para estar a su altura, dejando ante sus pies un espejo…

 …Fue cuando tomo conciencia nuevamente al sentir la respiración cercana de aquel extraño, qué, debía volver a ser partícipe de una chirigota del destino. Levanto la cabeza para perderse en la mirada de aquel hombre viendo reflejado su rostro precedido por grandes surcos de desesperación junto a las tormentas que habían asaltado su alma vaticinándole una ocupación para el resto de su días…

El longevo le tomo una de sus manos entre las suyas con calidez y fuerza, pronunciando unas palabras después de enfrentarlo a una imagen rota…

¿Es este el rostro que ella acarició con sus delicadas manos, amó y beso con infinita pasión…?…..siempre habrá tiempo para reunirte con ella…

Pasadas las horas, cuando todos se marcharon y se olvidaron de la figura desgarrada en la que se había convertido;  su desprecio por aquel campo santo, como llamaban los creyentes,  gélido cómo su espíritu, se convirtió en su único acompañante.., ¡solo entonces!,  sin espectadores de su fragilidad y desesperanza y, lejos de aquellos qué, como cuervos se alimentan de la aflicción de otros mortales, gritó al cielo su exasperación buscando respuestas que nadie le dio…

….. Con los años, asiduo al lugar, teniendo por camarada que sujeta sus frágiles rodillas un elegante bastón, lleva en su única mano libre unas rosas rojas, y unas hojas cubiertas de tinta azul. Poemas que junto a su tumba le lee, después de, contarle las cosas que cada día llenan sus horas…


Esther Mendoza.

"Celebremos los instantes que nos permiten respirar y compartir con ese alguien que llena nuestras horas..."


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