jueves, 22 de agosto de 2013

"CARÁCTER CONFESIONAL..."

"...y, tú…, piensas en acercarte…"
Ve despacio…


…. Todo en ella irradiaba sensualidad, una sensualidad de la que no fue plenamente consciente hasta ese instante. Tal vez, por esa razón quedó atrapada en quien fue capaz de detenerse a observarla…


Un impulso irrefrenable hizo que él, la llevara hacia la pared que custodiaba aquel camino en penumbras. De fondo, se oía el bullicio de la gente qué, no muy lejos, chocaban sus copas celebrando quien sabe qué motivos con el contenido de un buen vino...


Su hombro izquierdo quedó desnudo, dejando al descubierto uno de sus pechos. Aquel hombre la llevaba a la exploración de un mundo privado, oculto, secreto…


Las manos masculinas se deslizaron por su espalda hasta poseer sus glúteos con fuerza al tiempo que hundía su rostro entre el mentón y su cuello. Embriagado por el perfume impregnado en su piel, hizo que perdiera la noción del tiempo y enloqueciera entre su aliento y deseo… 
  

... Elevó su mirada; ambas se encontraron, y, fue ella quien recorrió con la suya el perímetro  de faz masculino con una pícara sonrisa. Sus dedos desabrochaban los botones de la camisa de él. La pasión aterrizó en la humedad de sus labios, signo delatador de un frenesí que durante años, durmió en los bocetos amarillentos que escondía entre las páginas de literatura inglesa que custodiaba en su mesilla de noche…


Sus cuerpos latían al unísono.  Poseedora de una belleza endiablada que lo trastornaba, acortó la distancia existente entre ambos. El desenfreno hizo que se pegara más al torso del hombre sintiendo su excitación… sus manos anquilosadas por el tiempo de una moral hipócrita, obedecían a la voz grave que suplicaba en su oído, que ejecutase las órdenes que le dictaminaba su desbordada imaginación. Sus extremidades ardían rompiendo aquellas barreras qué, su ya lejana y obsoleta educación, había construido para ella…


Escuchar su respiración entrecortada encendió el fuego del delirio en sus pupilas de mujer, y, cada centímetro de aquellos cuerpos se estremecieron de pasión rompiendo cualquier signo de cordura…

 … Y, entonces, hizo algo que sabía que  le volvería más loco… mordisqueó su labio inferior…, con suavidad…, dejando nuevamente que sus  diminutas y suaves manos, se perdieran entre la geografía del cuerpo varonil…



Esther Mendoza.

 Parte de un texto sacado de “Instantes… mi libro. ("Rompiendo corazas).” 
 

Nunca esperes más de lo que puedas ofrecer…”




1 comentario:

  1. ¡Qué bien y qué interesante escribes Esther! Te admiro muchísimo.
    Abrazos. Rosa.

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