Como un poema de Pablo
Neruda se presentó… sutil cual lluvia fina que cala y se aloja sin pedir permiso...
No era esperado, ni tan
siquiera pedido, pero acaso entre aquellos renglones ella deseó siempre un loco anhelo por no irse de este plano sin rozar cada rincón de un amor así…
La tinta con la que
escribió esas páginas, era ahora borrada por una dulce casualidad que
cambiaba el rumbo de su destino…
No era fácil, nunca lo fue.
Siempre creyó que eso del amor era para algunos bendecidos, sí, bendecidos por una varita mágica que caía del cielo para tocar el corazón de unos pocos afortunados
que conseguían demostrar que sus teorías sobre este desatino, eran válidas…
Ella se buscaba y lo encontró a él…
Son de esos hallazgos inesperados que erizan la piel
y cortan la respiración cuando se cruzan las miradas. Entonces, una irreconocible corriente eléctrica recorre tu cuerpo quedando atrapada en la garganta la coherencia de una frase…
Fue en la arena. El suelo movedizo la tambaleo al divisarle entre un grupo no muy grande de personas, entonces, supo que era él... tan diferente al resto...
Aquello se convirtió en un Coliseo romano donde emociones y corazas luchaban por un premio. Un galardón que vitoreaban desde las gradas de su propia historia. El dolor miró para los lados buscado en aquel suelo movedizo la mirada anónima y cómplice que la rescatase de aquella atracción que la impulsaba a saber de él...
Aquello se convirtió en un Coliseo romano donde emociones y corazas luchaban por un premio. Un galardón que vitoreaban desde las gradas de su propia historia. El dolor miró para los lados buscado en aquel suelo movedizo la mirada anónima y cómplice que la rescatase de aquella atracción que la impulsaba a saber de él...
Lo observó por largo
tiempo. Pareciera que en medio del mundo solo estaban ellos dos. Cada uno a un
extremo de aquel enorme espacio…y a la vez, tan cerca…
Sin atreverse a hablar, paralizados al tratar de entender la familiaridad de un déjá vu se limitaron a esperar el siguiente movimiento del universo.
Sin atreverse a hablar, paralizados al tratar de entender la familiaridad de un déjá vu se limitaron a esperar el siguiente movimiento del universo.
Él le robó sonrisas que
ni tan siquiera sabía que tenía, despertó la pasión dormida entre el tejido de su
ropa y su propia piel…, desató una locura que la llevaba a aniquilar sus
propias corazas y a danzar con la niña que tenía dentro quitándose los miedos
para vestirse de una recién estrenada y osada sensualidad y pasión que creía reducida a cartas amarillentas de
amores que quedaron atrás…
Se acercó y le regalo su
mejor sonrisa y con ella, unos brazos que la sujetaban al bailar como el más
firme de los gladiadores…Entonces, la distancia más
corta entre los dos… fueron sus propios labios…
Al fondo se oía la
melodía de viejos boleros que invitaron a sus almas a fundirse en una danza de
reconocimiento que festejaban el final de un largo
viaje. Se trataba de esas travesías que desgastan el espíritu y dejan huellas imborrables…
Aprendieron a amarse sin
relojes que marcasen los tiempos, llenaron los vacíos que le llevaron a
encontrarse, hicieron de la locura, su oración cada día, pues en ella, se encontraba la
verdadera esencia de lo que cada uno de ellos eran…
Persiguieron la luna con
la única intención de entregársela mutuamente… y, en el camino, descubrieron lo
que eran…
.. Y supieron que ese
amor era inmarchitable porque vivir, era lo único urgente que tenían que hacer
mientras se entregaban en las esquinas de una larga espera…
Copyright Esther Mendoza
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