Las cosas importantes no tienen formas, se transforma en un puente de generosidad ilimitada Esther Mendoza. |
Ellas llegan por
millones de vías. Una voz al otro lado del teléfono qué, pide la aniquilación de
los silencios que separan y llevan al olvido. Unos brazos que se extiende
auxiliando a un alma cuando en un grito sordo, pide ayuda con un ¡abrázame!... Un
amor que premia al otro con su presencia cuando no se le ha llamado..., y, dentro
de las otras cosas importantes, está el protagonismo del amigo que no juzga, más bien,
arropa a la tristeza y brinda al desencuentro una nueva oportunidad..
La vida, es ese reloj
de arena que nos recuerda la importancia de los instantes de nuestra historia…son
fragmentos de capítulos que nos hablan de la brevedad del tiempo y de aquellas
cosas que realmente tienen que suceder…
Las cosas importantes,
nos llegan a modo de susurro obligándonos a permanecer estáticos, en sigilo, a veces, en
medio de una tormenta de arena que golpea cada centímetro de nuestra piel colándose
por los poros, alojándose en el torbellino de una mente en ebullición sin tregua
qué, ¡insiste!..., en convencernos de aquello que no aceptamos, de aquello que ¡jamás!...,
de forma voluntaria seremos…
Por que las cosas importantes, están
presentes en aromas que nos recuerdan que somos amados y abrazados por un
jardiner@ fiel... que cuida con ternura, los pétalos del dolor y limpia
las espinas de la decepción para luego, recordarnos el privilegio de nuestra condición de mortal, pues ella, nos ha llevado a la aventura mas difícil; vencer los espejismos que impiden librar nuestras propias batallas.
Las cosas importantes,
sólo tienen un modo y un destino, llegar a nosotros en forma de volutas de
felicidad ganando, y desbancando, a aquellas otras que tratan de usurpar su lugar
con fantasmagóricos presagios. Digamos, que son presentes casi imperceptibles. Se encuentran cerca de ti
rozando tu mejilla cuando caes en la vigilia…
Realmente, las cosas
importantes no son cosas, es la brisa que entra por las rendijas de una vida…
… Somos tú, y yo…
Esther Mendoza.
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