Todas brillan, mas ninguna apaga a la otra.. |
Hoy, en este espacio
virtual, quiero compartir con todos ustedes un trocito de mi vida; parte del
puzle de mi infancia. Tal vez, el motivo de hacerlo, parte de una larga charla
con una buena amiga que llegó a dudar de su propia luz…
Cuando era pequeña, no
superaba los doce o trece años, solía llegar a casa algo triste, con un ánimo alicaído…,
No todo lo que sucedía a mí alrededor, era capaz de comprenderlo. Las madres,
son esas “señoras sabias” que tienen soluciones para todo. Ellas, nos ponen
paños calientes ¡donde parece que nunca habrá cura!..., y, sus palabras…, dan
respuesta a aquellas cuestiones no fáciles de despejar, cuando se es tan joven.
Un día, de regreso del
colegio y algo entrada la noche, le pregunté el porqué, las niñas se
enfrentaban y a la vez rivalizaban con aquellas cosas que yo entendía como
innatas y naturales propias de cada una. Siempre una reacción molesta por parte de ellas, terminaba en agridulces enfrentamientos. Yo
pensaba, que aquellas cualidades, habilidades o torpezas, venían en tu paquete
personal y eran intransferible, algo así
,como el nombre y apellido de cada una de nosotr@s.
Mi progenitora, después
de escuchar tantas veces esa queja que no me llevaba a ningún lugar, decidió
reconfortarme con un ejemplo que aniquilara ¡de una buena vez!, mi confusión
tan reiterativa. Nos dirigimos hacia el balcón y me dijo:
Observa
el cielo. ¿Que ves?
Estrellas…
¿Algunas
de ellas, están tan juntas que resulta difícil diferenciarla de la que tiene a
su lado?
No….
Todas, tienen su margen de separación…
Pues recuerda que cada una de ellas, tienen un
cometido. Todas brillan, y se sienten cómodas en ese espacio. Saben sin
necesidad de justificarse ante las otras, que tienen una misión, por lo tanto,
el enfrentamiento no existe dado que cada una cumple un objetivo. Si realmente
sabes quién eres, ningún ruido alrededor te hará dudar de tu lugar en el mundo…
A mi madre, por dejarme
el único legado que merece la pena conservar. El respeto por aquello que somos y las
herramientas para encerrar a la siempre inoportuna "duda"…
Esther Mendoza.
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