sábado, 1 de febrero de 2014

"... UNA LLUVIA FINA...



Aquella lluvia fina, me sorprendió como su presencia, intensa y fugaz...



... Cae una fina lluvia que empapa, y, la sorpresa, me recuerda que soy una forastera perdida en la ciudad más deseada por mi; aquella que me visitaba en la clandestinidad de mis fantasías, y donde secretamente, esperaba encontrarle con sus pasos perdido en algunas de sus callejuelas húmedas y solitarias como él. Corro en busca de un lugar donde refugiarme, pero, la oscuridad lo dificulta… aún así, y después de haber estado entre sus brazos, este escenario me evoca la brevedad de los instantes, de lo fugaz de las pasiones qué, como esta singular noche, corren por esta misma acera mojada para perderse entre la alcantarilla de una ilusión presa de las agujas de un reloj… el mío…

Hay silencios que hacen demasiados ruidos y tormentas que irrumpen de forma inesperada. Ellas estallan en las puertas de un infierno que terminas acogiendo con los años como ese "lugar donde quieres morir" un hogar con una placa identificativa con la palabra paraíso...

Este pensamiento, me produce una falsa calma.  Entonces, cierro los ojos y evoco un asilo donde sentirme segura, aquel banco de piedra que custodia una iglesia tan vieja como su ciudad de adoquines rodados y olvidados por el tiempo. 

Algunas veces, cuesta aceptar la soledad de lo conocido, ella te dobla las rodillas y recurres a aquellas plegarias hechas para ser bálsamo de las mentiras mejores aprendidas que llevan nombre de oración... 

Un sosiego sordo que compré en un todo a cien con aquellas cosas que parecían importantes e imprescindibles para mi alma, me mira desde la puerta esperando verme más rota, más frágil, sin embargo, no me equivoque, esa quietud es    extraña, exige un protagonismo que no quiero darle. Siento frio adentro, dentro de mi… otro instante se cuela entre mis dedos agarrotados por aquellos años que esperé en la quimera de una pretensión y, en ella, volqué la esperanza de convertir en oasis mi particular desierto de soledades no confesadas…

… Una mano se apoya en mi hombro, sobresaltada, me giro y...¡le reconozco!… un fogonazo de luz me obliga a cerrar instintivamente mis párpados. Segundos después, dudo si la  causa fue el destello de los faros de un coche, o, su pasión que me poseyó …

 Esther Mendoza. (Fragmento de unos Instantes…)

y, de repente tu...



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