“Para ti amiga Mónica, por sonreír cuando yo no podía, por permitirme ser yo misma y por estar sin hacer ruidos….”
A lo largo de la vida, la amistad la sentimos de diferentes formas. Varía su apreciación en función del momento y las circunstancias que nos rodean.
Es poco valorada en las relaciones cotidianas y, mal empleada en el vocabulario común, dònde se le atribuye un sinfín de veces a personas ¡no siempre!, merecedoras de ella. Para algunos, es considerada una medalla de tómbola asignada a amigos de segunda categoría o bien, una carrera de fondo para ganar adeptos que engorden un círculo social.
El auténtico significado que engloba un compromiso entre personas que comparten un sentimiento que va más allá del tiempo y del espacio, se ve solapado por un error de concepto.
La amistad, es dar sin esperar nada a cambio, es callar para escuchar al otro cuando te lo pide con la mirada, es estar sin ser llamado y, ausentarnos cuando el amigo necesita crecer en su soledad..
El auténtico significado que engloba un compromiso entre personas que comparten un sentimiento que va más allá del tiempo y del espacio, se ve solapado por un error de concepto.
La amistad, es dar sin esperar nada a cambio, es callar para escuchar al otro cuando te lo pide con la mirada, es estar sin ser llamado y, ausentarnos cuando el amigo necesita crecer en su soledad..
Ya desde la infancia nos cogemos de la mano de aquellos que llamamos "amigos", y, aunque nos llegan vagones cargados de ellos a lo largo de muchas estaciones, ¡sólo unos pocos! se quedan, a los cuales, galardonamos con la medalla al valor por permanacer a nuestro lado en las verdes y en las maduras, con nubarrones y tempestades que arrasan con nuestro tejado…
El destino se encarga de la asignación de etiquetas en su rol. En ocasiones, se convierten en guías protectores, y en otras, semáforos que nos alertan de los peligros que nos asaltan en los cruces difíciles.
Los verdaderos amigos cuando procede, nos muestran sus emociones guardadas en el cajón de la paciencia, nos esperan sentados en el trono del “no juicio” y, ¡jamás!, obséquian con dardos envenenados ante aquellas impredecibles reacciones poco afortunadas por nuestra parte; además, tienen la potestad de custodiar nuestras íntimas confesiones con votos de silencio…
En el árbol de la amistad, las hojas toman la condición de amigos. Algunas son efímeras, llegan y se van sin pena ni gloria.
Las hojas más cerca del tronco son los que yo llamo amigos del alma; sinceros y auténticos, a los que no le tiembla la voz cuando sus criterios, difieren de los nuestros, sin gratificaciones verbales a modo de armas arrojadizas movidas por el ego…
Por el contrario, ¡esas mísmas palabras!, ¡se convierten en reflexiones magistrales! dándo brillo a nuestra mirada cuando se cruza con la del maestro - amigo..., poseedor, en muchos casos, de esas manos qué, en más de una ocasión, han secado nuestras lágrimas cuando una nube gris se posó sobre nuestra cabeza..
Por el contrario, ¡esas mísmas palabras!, ¡se convierten en reflexiones magistrales! dándo brillo a nuestra mirada cuando se cruza con la del maestro - amigo..., poseedor, en muchos casos, de esas manos qué, en más de una ocasión, han secado nuestras lágrimas cuando una nube gris se posó sobre nuestra cabeza..
Luego están los amigos que vienen por una estación, unos días, unas horas, y , aún así, dejan una huella imborrable en nuestro corazón...
En las puntas de las ramas, residen aquellas distantes que sólo aparecen cuando el viento sopla a su favor; obviamente, no podemos evitar perder algunas de ellas por el camino…Sin embargo, algunas de esas hojas caídas, permanecen a nuestro lado alimentando la raíz con su amor y lealtad.
Los recuerdos y vivencias compartidos, quedan prendados en la nervadura de las hojas, ¡las alegrías se deslizan por el peciolo hasta arrancarnos sonrisas al recordarlas!..., y, en los bordes, quedan nuestro afecto y gratitud para toda una vida…
Cada ser que pasa por las estaciones de nuestra existencia, ¡es especial, siempre deja algo!, y..., se lleva un poco de nosotros…
La prueba de que dos almas están destinadas a encontrarse,sin lugar a dudas, se fundamenta en la amistad…
Gracias Mónica por haberte cruzado en mi historia, permanecer en ella más de una estación. Y ubicarte en unas raices con la fuerza del cariño y el respeto que alimentan las ramas del árbol de la amistad...
Esther Mendoza.
Esther Mendoza.
"La amistad es para muchos cómo el oro de los tontos, creen poseerla porque la confunden con el brillo del halago fácil. Sólo aquellos que no se han quedado en la superficie y muestra su rostro al desafío, la conquista..."
(Esther Mendoza)
"CADA ESTACIÓN NOS PREMIA CON SU PRESENCIA REGALÁNDONOS NUEVOS AMIGOS..." |
Mi querida Luna, preciosas palabras dedicadas a tu amiga Mónica. Indiscutiblemente debe ser una excepcional persona, además de una bella mujer. No caben dudas sobre tu concepto de la amistad, desde luego que debe ser todo un privilegio tenerte como amiga, cercana, leal e integra, así es como te imagino, así es como entiendo que debe ser los amigos.
ResponderEliminarEs fácil enredarse entre tus renglones para luego perdernos en la reflexión.
Gracias amiga por ser y estar (esta expresión la aprendí de una buena amiga)
Besos desde lejos.
ET
Ernesto