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NADA PUEDE ASUSTAR MÁS, QUE RENUNCIAR A UN SUEÑO... |
En el borde de mis
pensamientos me senté para observarte desde la memoria de un instante…
Entonces, me di cuenta de cómo las agujas del reloj no marcaban los segundos,
ni las horas; así, los días, los meses y los años, quedaban congelados en un
deseo suspendido en un "quizás" que negociara con el calendario y en
un "posiblemente", conciliador con el corazón. El amor suspendido en
el aire, dio tregua a la impaciencia, bañó de caricias el alma y unió hilos
invisibles…
Esther Mendoza.
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