jueves, 29 de mayo de 2014

MATICES...

Existen  hilos rojos invisibles que conectan con el alma de otro ser para recordarle que no está sola.

MATICES…
 
Quizás el tiempo no signifique nada, quizás, sean los instantes los que hablan del valor de una relación cargada de afectos y de momentos que embellecen con caricias los fotogramas de una vida…

 
Y tú, estabas ahí..., aparecías por las aristas de los capítulos que cuentan historias, la nuestra…, mi querido amigo…

 
Tal vez, y digo sólo tal vez, que pudiera ser que en algún momento nos cogiéramos de la mano para saltar  al vacío con el compromiso de encontrarnos aquí abajo…
 

Y sucedió qué, de niños, nos dimos cita  en la metáfora de un embarcadero con promesas de vivir aventuras que nos arrancaran sonrisas al evocar con los años, como fuimos descubiertos en aquellas travesuras…

 Nos volvimos cómplices. Solo con mirarnos leíamos aquello que no podía ser verbalizado, ni contado…
Siempre un bálsamo fueron tus palabras calmando tímidamente un dolor no confesado, entonces, en mis pupilas asomaba de puntillas la gratitud y al igual que hoy, tu sonrisa me sujetaba…

 
Recuerdo como un día, sin previo aviso,  nos perdimos de vista. Nos tocaba andar caminos como peregrinos que recorren pasillos sin bastones. Teníamos una misión, convertirnos  en las personas que estábamos destinadas a ser.
 
Nunca olvidé aquel amigo de la infancia convertido en mi sombra; un pepito grillo que supo decir con silencios lo que muchos aun narrando, no han sabido…

 Y, una mañana mientras caminaba acompañada de mis pensamientos, tropecé contigo… ¡De inmediato!, asaltó a mi memoria nuestro último encuentro; casi desdibujado por el tiempo...
 
 
Evoque una instantánea de aquella noche... La imagen de unos adolescentes que compartían la tradición de una comunidad de amigos y vecinos que celebraban por aquel entonces, la llegada de un nuevo año…
 
Ocurrió dos décadas después con instantes vestidos de matices…

 
Una coincidencia que prometió no andar más senderos llamados olvidos tras tantas estaciones de ausencias. Nos abrazamos y sin promesas, decidimos seguir lanzándonos al vacío de nuevas vivencias con titulares que hablaran ¡solo!, de reencuentros…
 
Quédate a mi lado amigo, acariciando las cicatrices que un día libre en mi guerra particular, esa.., que me ha convertido en  la mujer que de niño vaticinaste que algún día sería…

 
 Feliz cumpleaños mi querido Juan José Álvarez. Confío en que la vida te dé la oportunidad de apagar muchas velas de felicidad en todos y cada uno de tus días… te quiero.
 
Esther Mendoza.
 

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