"Los susurros de una vida, quedan atrapados en el baúl de la memoria..." |
He subido al altar de mis silencios parte de tu esencia… auné tus hermosas palabras, y, le di forma al sentimiento que en un tiempo pasado formo parte de mi mundo…Gracias por ese breve espacio de tiempo, donde no temiste mostrarme tu alma… Lamento que te hayas perdido en el laberinto del dolor…
La
tarde es fría y los grises abundan en las perspectivas del entorno. El azul del
cielo parece desvanecerse entre el aleteo de las pocas aves de estos últimos
días de septiembre, buscan un hogar temporal donde refugiarse de este
desangelado atardecer cargado de ausencias...
La
chimenea sigue encendida y, sus llamas, me hipnotiza sugiriéndole a mi fantasía
formas y bailes en los que danzarines osados caen y resurgen del magma
elevándose con gracia y rapidez...Mi mirada recorre la habitación buscando tu silueta
pero, no la encuentro. Todos charlan de forma pausada, sonriendo y disertando.
El frio que intuyo fuera, me paraliza los pensamientos, solo quiero permanecer
sin participar con mi amigo silencio convirtiéndome así en el más abnegado
espectador…
Sigo
recorriendo la estancia tocando con mis ojos cada rincón, recreándome en cada
uno de esos detalles nimios a los ojos de los contertulios. Una escena enmudece
mi garganta e inunda de lágrimas mis ojos; el magnetismo me impide reaccionar y
trato de esconder el dolor que asoma en mis pupilas…
Cuanto
daría por cambiarme y sentir ese instante, ese fogonazo que atraviesa mis
recuerdos lanzándome en el espacio y en el tiempo, vapuleándome y llevándome a
apretar mis manos como si en ello, encontrase ese calor perdido…
Aquella
figura masculina que mis ojos observaban, alargo su mano buscando el contacto
de su pareja, ella, extendió la suyas y entonces sus dedos se acariciaron y en
un instante se fundieron en movimientos de ternura, de cariño, de amor, con un
simple roce de piel…
Me
levanto y voy hacia el pasillo, no quiero que la sombra de un recuerdo delate
mi dolor. Escenas familiares que corresponden a un capítulo de mi vida,
subyugándome de retazos de felicidad…Quisiera hacerte participe de todos estos
instantes…, llamarte, sentirte y oírte tras contarte algo tan bello y natural. Me
dirijo hacia el ventanal que muestra ante mis ojos la profundidad del océano y
allí, sigo imaginándote...
Yo,
y mi desván lleno de cosas que redundan en pensamientos que me siguen llevando
a ti. Mi horizonte violáceo, mi envoltorio parco, los vahos de mi aliento
estampado sobre el frio vidrio esperando que tu imagen aparezca y por una
fracción de segundos, me sonrías…
Ha
sido un sueño, mi yo dormido reflexiona y no responde. Me sumo a un suspiro
interno sin salida, momentos que me deslumbran bloqueando cualquier pensamiento
racional. La distancia siempre nubla las imágenes pero, al cerrar los ojos, la
limpidez de tu rostro y los movimientos de tu cuerpo se instalan en mi retina
brillando en mi memoria…
El
sonido del mar te trae a mis oídos. El silencio del abismo se restriega sobre
mis recuerdos, aquellos que abren mis poros con tu aroma llenándome
calmosamente y acelerando mi pulso e invadiendo rincones anhelantes de
sensaciones y caricias…
De
mi interior se desgranan susurros cálidos queriendo chocar contra tu piel
humedeciéndote con mis pensamientos...
Todo
es fruto de un sueño que quebranta una realidad que no quiere recoger los
mensajes que una vez, se perdieron entre las olas después de quemar la esperanza
en las brasas de una hoguera…
Esther Mendoza.
“Los recuerdos musitan en el corazón…”
¡Precioso escrito querida Esther!. Espero y deseo que tu día este lleno de felicidad.
ResponderEliminarMuchos besos. Rosa.
Melancolía.......
ResponderEliminarPor algún intersicio debe filtrarse la alegría del azul cielo. Sin duda
ResponderEliminarRecuerdos con aroma, color y sonido, que alegran el corazon. Con dejo de triseza
ResponderEliminarUn abrazo