Todos
alguna vez hemos hecho pellas en el
colegio, eso me sucedió en el 2016, las hice en mi blog saltándome un día tal
como hoy.
El
espacio y el tiempo en ocasiones confabulan para llevarnos a una renovación
interior. Y, aunque me ha costado entenderlo, sigo opinando que la edad depende
del ánimo con que la mires, puede ser un molesto número en el calendario, o
bien, un premio al recorrido de vida que has hecho. Curiosamente, sigo
sintiéndome afortunada de estar aquí sorteando con éxito todos los exámenes que
me ha tocado con buena nota.
Mirar
para detrás y recordar, debe ser con la única intención de volver ilesos de ese
viaje; no en vano, tendemos a expresar en algún momento que, “cualquier tiempo
pasado fue mejor”. Podría asegurar sin
miedo a equivocarme que no es cierto, seguro que, en ese momento, también
creímos lo mismo de otro “tiempo pasado”
No
es justo para nosotros invalidar lo que hoy somos por ponerle una emoción subjetiva
a un tiempo de gloria que ya no está ni estará…
Mi
mirada al pasado, hace ya algunos años que solo lo hago para agradecer. Sin aquellos
tropezones del tamaño de un rascacielos, hoy difícilmente seria como soy.
Cada
cumpleaños me regalo un Oscar de incalculable valor. Es el premio a la fuerza,
al empuje que le imprimo a todo aquello en cuanto creo y, sobre todo, soy…
Después
de duras negociaciones con el espejo y el calendario, llegue a la conclusión
que había que hacerle un sabotaje a viejas creencias adoctrinada como ciertas.
En este momento de mi vida, me quedo con las cosas pequeñas, sencillas, de esas
que casi nadie repara en ellas.
Mi
primer pensamiento al despertar siempre es agradecer, mirar lo que me rodea y
valorarlo en un estado presente. Mí adorada rutina mañanera de una breve visita,
a mi mustio jardín por el calor, y comprobar como éste se impone a las altas
temperatura y a pesar de ello, empieza a
brotar pequeñas hojas verdes que recuerda la fuerza de la propia naturaleza.
También me corta la respiración el rojizo atardecer, el ocaso de un día que yo
tuve la fortuna de disfrutar, una página en blanco para escribir, una historia
para compartir, una llamada…, una sonrisa… un saber que alguien quizás te
piensa y agradece tu presencia de cualquiera de las maneras.
Puedo
ser perfectamente un junco que se dobla mas no se parte, un alma dócil que solo
quiere observar y aprender y, a la vez, un espíritu rebelde que se rebela a ser
igual, conformista doblegada a la resignación.
Mi
paso por esta vida no es para pasar de puntillas, tampoco busca la aprobación
para más tarde colocarme las medallas que otros me dan, mi paso por esta vida,
es tan simple como para vivirla como quiero y siento al margen de que otros lo
entiendan… una perfecta imperfección sinfónica que eriza la piel,
con la misma facilidad que enerva los ánimos.
Pocas
cosas ya me valen, las que están en el departamento del “ya veremos”, quizás ya
nunca tengan esa oportunidad, las preocupaciones se han convertido en semáforos
de color verde, pues la solución no está en la desesperación sino en de qué o
quien depende…
Y,
no…, no me he olvidado del amor…, este está presente en mi vida de muchas
maneras, de forma imperceptible se cuela entre las rendijas de una coraza que
en ocasiones afloja derrumbada por una inocente sonrisa, la lealtad de tus
mascotas, la gratitud de vuelta, y el amor incondicional a veces en tela de
juicios de los que dicen conocerte…
Quiero
seguir expresando las cosas como las siento, agradecer y continuar mi camino
cuando lo que veo no me gusta, apartar de mi historia falsos egos que se llaman
amigos, mentores y expertos en halagos melosos que degradan más que apreciar…,
Pues
sí, con mucho gusto pago las facturas que me tocan por ser así…
Mi
pacto con la vida va más allá de “lo supuesto” ya subrayo en negrita y cursiva
aquello que me emociona, cada vez, menos cosas ruidosas y más detalles que
resultan imperceptibles a la vista por las prisas del mundanal ruido. Curiosamente,
éstas me hacen vibrar y eleva mi ser en una danza de mariposas que inesperadamente
llegan...
Lo
mejor de cumplir años, es poder contarlos…
Esther
Mendoza.
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