Siento frío en cada rincón de mi anciano cuerpo, los años arrugaron el optimismo que acompaña la sombra de una juventud anquilosada en un calendario. Parte de mis extremidades, se dejan caer sobre un viejo escritorio evocando entre fantasía y realidad, su silueta desdibujada en mi memoria...
Me
debato entre dos mundos. Imposible no comulgar con ellos a estas horas de una
noche que pronto anunciará el alba, inevitablemente, me rindo a las órdenes del
cansancio físico.
Morfeo
llega sigilosamente y, de puntillas, se adueña de mi estado alfa. Me arrastra
con sutileza al abandono de unos deseos no confesados, ¡esos!..., que afloran
cuando pierdo el ritmo de mi cuerpo y de mi mente.
Mis
manos de músico reposan sobre las amarillentas partituras y la complicidad de un
pensamiento recurrente durante décadas, duerme en una esquina de mi corazón
cansado, él, la sigue esperado…
Dejo
caer mi cabeza en la dureza de una mesa y noto como los rizos de mis cabellos
se dejan acariciar por las cuerdas suaves del violín que custodian la
fragilidad de un letargo. El arco, se faculta para preservar el hechizo que
envuelve mi sueño…
Entre
fábula y verdad, una legión de sensaciones asaltan mi nuca y, danzando al valor
de los sonidos de una pieza de Beethoven, aparece ella… a un centímetro de
mi..., con la misma dulzura que guardé en un cajón cargado de recuerdos tiempo atrás…
¡Preso
del embrujo!, ¡me escondo entre el puente y la escotadura! cayendo irremediablemente en la seducción de los tonos dorados de una secreta utopía que ha conquistado ya
mi espíritu... Su
figura se contonea en el borde del adormecimiento del que soy cautivo, no estoy
seguro si en mi aletargamiento sonrío o esbozo una mueca de dolor y desesperación;
acaricio la sutil esperanza de verla en la nebulosa de un deseo; una agridulce
emoción secuestra mi desvarío... Mientras
tanto, las curvas del instrumento se deslizan
entre mis manos rescatando del aire la reminiscencia de su silueta atrapada en
las bucólicas y mágicas cosas aparentemente insignificantes, aquellas que hacen
tantas estaciones aprendí a su lado.
Y,
en el ocaso de mi evocación, me despido interpretando la mejor de mis partituras
que entre notas me susurra, donde vertí mis últimas lágrimas...
Tal
vez ellas cayeron en el pozo de la decepción donde, el velo de la admiración se desvaneció cual cortina de humo curando la
ceguera que yo mismo provoqué…
Existen
cruces de miradas que ponen al descubierto la duda y la incertidumbre de seguir
o quedarse en una intercesión de caminos. Los dos elegimos la bajada de un
telón para un amor que ya no tenía caso.
Si
pudiera dividir la soledad en orillas, en una estaría el tiempo vivido a su
lado, y, en el otro extremo, tú, mi violín receptor de algunos castigos injustamente
infringidos. Silencié el sonido de tus cuerdas que tanto me recordaba a ella. Sin
embargo, moldeaste los movimientos de mis dedos de tal forma que cada cuerda
recibió el mimo merecido, en definitiva, creaste la banda sonora de cada uno de
los capítulos de mi vida…
Mi
mente se rebela. Ella me obliga a viajar por lugares prohibidos llevándome a un
destino conocido… pero, ¡qué fácil sería amor si estuvieras conmigo!… Esta
vigilia ¡me hace creer que duermo!, parece eterna y no quiero despertar…
La
brisa de la madrugada acaricia mi rostro y me lleva por recovecos que me alejan
de una quimera. Sé, o al menos deseo creer, que tarareas cerca de mí
enredándote en una súplica que confesé a mi viejo violín.
Esta
aventura onírica me enseña que nada es eterno en el mundo de los mortales. Lo
efímero tiene un símil tan hermoso y breve como un cielo estrellado que llora a
una luna ausente que se prodiga descaradamente en las noches claras.
....Dulces
motivos surgen entre los astros incitándome a permanecer con los ojos cerrados
rememorando nuevamente, la ilusión de un instante...
A
modo de plegaria a la divinidad del
durmiente y abrazado a mi violín, sólo puedo preguntarle al despertar, ¿Cuáles
son aquellas cosas que realmente importan…?.
Esther
Mendoza.
"Siempre
habrán tantas frases inacabadas, como historias en el olvido…"
Mí querida Luna...
ResponderEliminarQue poetiza llevas dentro. Tus palabras al leerse consiguen, que todo a mi alrededor se paralice, centrando mi atención en dirección a tu corazón como fuente de la belleza de tus escritos.
Te imagino como una gran dama, una niña inocente cargada de sensibilidad que solo espera que le permitan salir para mostrar al mundo tu cofre de tesoros, que desde luego, eres tú misma…
Afortunado el hombre que pueda deleitarse de tu sensibilidad y belleza.. y como no, todos aquellos que te rodean, que seguro son muchos.
Me alegra comprobar que dedicas tiempo a tu blog, agradecería que siguieras así. Muy seguro somos muchos los que disfrutamos de tus textos…
Un abrazo caluroso y mis respeto por la gran mujer que eres.
Ernesto del Real.
Hola Ernesto. Gracias por tus siempre, delicados y halagadores comentarios. Francamente aciertas en algunos puntos, que desde luego debo evidenciar en mi manera de escribir dado que así lo has percibido.
EliminarMe alegra ponerle rostro a tu nombre; de esta manera parece más real este intercambio de mensajes; aunque lo que valoro, es sobre todo, el contenido y respeto de los mismos.
El sueño del violinista, como tantos otros, nace del sentimiento que todos alguna vez hemos tenido y sentido; deseando plasmarlo de forma poética o cualquier otra vía expresiva, que de riendas suelta a ese deseo…
Me alegra saber que me lees y sobre todo, que compartes un tiempo de tu tiempo en mi espacio.
Hasta pronto.
Un abrazo.
Esther
Hermoso Esther..Gracias...
ResponderEliminarIlias, Muchas gracias por visitar mi blog. Es todo un honor, después de haber visitado el tuyo. Maravilloso y sublime.
EliminarUn abrazo
Querida Esther, que puedo decir que no te haya dicho ya de tus maravillosos escritos???Que continúes adelante con ese hermoso arte de plasmar. historias, relatos, pensamientos, vivencias, sueños ....hilando las palabras con emoción, romanticismo, dulzura, ensoñación...
ResponderEliminarSiempre delicada y sutil cuando la ocasión lo amerita o desgarradora cuando el alma llora.
De cualquier manera despiertas en el lector sentimientos que no le dejan indiferente.Y es que de un corazón sensible, como el tuyo, no pueden brotar mas que cosas sublimes como estas. Un abrazo.
Querida Esther, nunca me consideré tan implicado y con una descripción exacta de lo que el futuro le podría deparar a un músico de corte clásico, pero ambientado en la vida moderna. Es una de las mejores descripciones literarias sobre la mente y el cuerpo de los instrumentistas que por deformación se convierten o son convertidos en meros instrumentos sociales y a la vez utilizados como cambios que posiblemente se suceden con el paso del tiempo. Quizás, estos cambios se ven reflejados en la sociedad, ya que la música no tiene palabras, sino simplemente emociones aquiridas através del conocimiento de la vida. Un fuerte Abrazo...
ResponderEliminarMí querido Javier y “casi desconocido”, agradezco profundamente tu comentario. Me da fuerzas para mejorar y seguir en mi gran pasión como es la escritura, sin embargo, te confieso que sin ser una entendida melómana, adoro la música clásica;, sobre todo las piezas de cuerdas. Y, como bien dices, la música no tiene palabras, es el medio más sublime de mostrar los sentimientos que nos afloran, en mi caso, solo sé hacerlo con la palabra escrita…
ResponderEliminarGracias por visitarme. Un abrazo y hasta pronto..
Muy profunda y inspiradora tu escritura, congratulation!!
ResponderEliminar