UNA PROMESA CUMPLIDA... |
Su humildad de corazón le
hacía restarse valor frente a esas otras cualidades y carisma que
adornaban a su persona, entendía que aceptar esas cualidades le definiría como
un ser prepotente y vanidoso…
Inseparable de su chaqueta verde, compañera fiel de las
estaciones donde no siempre cumplía con el cometido de darle calor a su cuerpo
o a su espíritu, la prenda guardaba en sus bolsillos historias cargadas de
pasión y lágrimas que fueron enjugadas en pañuelos de papel, copartícipe de
aquellos silencios vividos en rincones de la ciudad, escenario cómplice que le
ofrecía fotogramas cargados de hechizos para él.
Era un hombre vetado a la suerte, nunca la supo ver. Quizás,
las circunstancias que le rodearon no le ayudaron a hacer una buena gestión en
el mapa de su vida; deambulaba solo por ella, guardando su tristeza en la
comisura de sus labios y embelleciendo con palabras hermosas lo que otros
afearon.
Le robaron el espejo en que se reflejaba la inocencia del
artista que construye maravillosas obras nacidas de la pasión del don
concedido, además, del atril donde se exponían sus ilusiones de niño y la oportunidad
de ser él mismo…
Su conciencia infante pedía a gritos que lo abrazaran, que
sujetaran sus manos y le recordaran lo especial que era; una criatura fuerte y
generosa encorsetada en un cuerpo adulto que cansado y lastimado bloqueaba su
afán de libertad. La culpa y el resentimiento brotaban en la soledad de su
hogar, convirtiéndose en oraciones paganas. Su tímida bondad, acariciaba las
cicatrices de un abandono que venía más allá del camino recorrido, quizás mil
años atrás… Era
como un Peter Pan en una polis donde la fantasía era encarcelada en las mentes
pragmáticas.
Tenía sueños..
…Recorrer el mundo en un velero y guardar en su memoria
aquellos lugares fabulosos en compañía de su amada; una mujer
sin rostro cuyo nombre era Rebeca, una utopía sobre su manera de entender el amor donde entrega y generosidad era incondicional renunciando a los sueños que pudiera tener aquella mujer que aparecía en sus sueños cada noche para repetirle su propósito de
seguirle siempre… algo que solo quedó en un rincón de sus mas íntimos deseos, ella nunca llego.
Sin embargo…
La vida le colocó en un escenario que difícilmente supo
manejar, le faltaba las tablas de los osados, esos que no tienen dudas y
apuestan por vivir en el laberinto de la espera. Construyó un castillo de
naipes donde cualquier estocada a su fe derrumbaría sus frágiles sueños. Su
mundo resulto quebradizo, vacío y frio… pasó la vida lamiendo las heridas del
pasado… Y el pasado siempre vuelve sobre todo, cuando uno no se ha perdonado…
… Se bajó el telón para él, entre las luces y las sombras el
único aplauso y reconocimiento que podía obtener, era el amor así mismo y la
lealtad que nunca se prodigo.
“El amor, es como una
pieza de teatro donde los actos son muy cortos y los entreactos muy largos, los
intermedios, hay que llenarlos con nuestro propio ingenio…” (Tal como decía,
una escritora inglesa)
Esther Mendoza.
Realmente una historia con una gran carga emocional, por momentos quise ser una Rebeca al ver como encontraba a ese amor tan maravilloso y por contrapartida, al leer el desenlace, también sentí serlo un poco, pues todos vamos dejando en la vida jirones de nuestra alma, intentando darlo todo din esperar nada a cambio.
ResponderEliminarMuchas son mas felices así, que recibiendo. Pero por desgracia y muy al contrario, con el paso de los años y del enamoramiento, señal de que el amor no era sólido, solo les llegan migajas de celos, rencores,envidias y rivalidades, desencuentros... como a ella.
Para esto, mejor la indiferencia y el olvido, aunque cueste y duela pero las cosas se van diluyendo con el tiempo que lo cura todo, aunque queden cicatrices imborrables. Un beso, querida amiga.
Como siempre has logrado emocionarme.
Hola Esther después de leer tu relato desde luego que no me he perdido en tus renglones, escritos con un profundo sentimiento y sensibilidad, además de una dosis altísima de ternura y pasión a la vez. Enhorabuena por tu trabajo y solo espero que te queden mas promesas como esta por cumplir.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Querida amiga, como siempre me demuestras una increíble sensibilidad, y una vez leído tu relato no puedo dejar de pensar en la pobreza de las personas al no saber valorar aquello que se les entrega sin condiciones, y que nunca había podido tener, algo tan grande como el amor, el respeto y la admiración, sólo por orgullo, prepotencia, o simplemente el no querer aceptar algo tan sencillo como la individualidad de cada persona, sus ansias, su necesidad de crecer, pero dando amor y respeto, como bien dices, se cerró el telón, y la única tristeza es la pérdida de aquel a quien has amado pero no te ha comprendido, o no ha querido comprender, dando más valor a sus ideas que al propio amor. Un abrazo sincero, ZLQ
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