domingo, 5 de mayo de 2013

"LAS ARISTAS DEL AMOR..."

 

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto nuestra vida se concentra en un sólo instante.- Oscar Wilde
Las aristas de un amor...

… Llevo algo más de media hora esperándote; ya no me enfada esta soledad amiga y compañera de los últimos tiempos. La lentitud de las manecillas del reloj, me recuerda que la puntualidad  nunca fue tu fuerte, mientras tanto, la taza de café que tengo entre mis manos, me trae recuerdos dulces con aromas de seducción y callados deseos que desprende fragancias de tierras lejanas.
Observo a través del vaho de la ventana tu silueta. Atrapas la atención de cuantos viandantes se cruzan contigo. Es tu lento y elegante andar lo que atrae sus miradas estampándose contra tu grácil cuerpo...,
Miras a ambos lados de la calle para cruzarla y llegar a esta cita que ha sobrepasado los límites de una tardía cortesía.

A mi mente recurren como un caballo desbocado esa hilera de pensamientos que me llevan a ti, ¡a ese instante!, en que identifiqué el final de nuestra historia… Los trazos y caminos que nos unieron, se han desdibujado en tus silencios, en las esquivas palabras que se esconden en los recovecos de un sofá, en tu infranqueable mutismo impediéndome llegar a ti, haciéndome sentir que este amor, nos obligó a estar de espaldas todo este tiempo. Una voz me susurra al oído que grite al corazón, ¡que el miedo a sufrir es inherente en el ser humano!…, ¡que el temor forma parte del mismo sentimiento!..., necesitándole para recobrar un protagonismo que, aunque nos atemoriza, a la vez nos da alas para volar……..
Llegas..., te inclinas...  y besas mi frente. Tu risa forzada y nerviosa delata un estado de incertidumbre y confusión.  Esbozo una sonrisa dando pie a mi breve y clara disertación sobre el distinto valor que le hemos damos al amor... al nuestro…, entonces, un brillo asoma eufórico en mis ojos empujándome a la confesión de un sentir nuevo que llena todos los espacios de un desierto hasta ahora, árido y ausente de afectos… Tú , y yo, nos convertimos en dos náufragos cuyas velas se quemaron con sus navíos, donde sus cenizas flotan en la decepción mostrando los pedazos alojados en los pliegues de una desilusión que supe curar con lágrimas…
…Acaricias mi mano mostrando tu impaciencia queda de aquello que espera salir de mi garganta…
…Y, digo…
 
…..Cuando se ama, todo ocurre en nuestro interior, no siempre compartimos las opiniones de los demás, porque los demás, no son nosotros…, una verbena de sensaciones y emociones recorren hoy mi ser, adueñándose de mi voluntad, recordándome que el amor, es amar la imperfección del otro, ¡que mi amor!, no entiende de “esto no me gusta, y aquello si”,…  todo está en equilibrio, ella  me suma, me complementa, sin obligarme a deshojar cual pétalo de margarita los fragmentos de una vida…¡esa misma!  que agotamos buscando ciegamente quien sabe qué..., atesorando sueños, comprando el mejor disfraz que engañe al amor, y, desvelándonos en la clandestina intimidad  como cazadores sedientos de ternura…
 
Amar es arriesgar...,¡ arriesgar es vivir!, ¡vivir es sentir!, sentir es el impulso que nos lleva a buscarnos y a encontrarnos...! es observar todas las aristas del otro...y, ¡todas!, son posibles conquistarlas y  adorarlas …Detrás de un muro gélido, se esconde ¡siempre! un corazón que abrasa, que espera pacientemente un cuerpo en el que fundirse…
El amor es una seda que envuelve el corazón, que nos dirige las pisadas a lejanas orillas, dónde las olas acaricien nuestros pies y, la arena muda, sea testigo de una entrega en la soledad de una playa, doblegando los sentidos ya presos de un deseo compartido
 La soledad, el mar y ella, es la combinación perfecta para desnudar mis sentimientos cargados de espera, una brevedad que acorta las distancias al tiempo qué, el viento susurra en mis oídos con inquietud y desvelo, sus miedos, esos que caen por el abismo de la certeza de que ella y yo, nos encontraremos...
-… ¿La amas?...- con inquietud y extraña sorpresa me preguntas rompiendo esa fría seguridad que siempre abanderaste, única responsable del lugar en que me colocaste todo este tiempo.-
-…sí, la amo…, ella llena los huecos vacios que dejaste, inundando de luz la oscuridad que allí habitaba.  No hay altares, sólo un inmenso amor... 
Hoy, creo en el azar y en esos encuentros fugaces que a veces “tu sino” te regala tildándola de coincidencias… .-- Lentamente te levantaste, te acercaste a mí depositando un último beso en mi mejilla, y, sin mirar para detrás, abandonaste aquella fría cafetería, cabizbaja, dejando un halo de derrota a tu espalda y de agridulce liberación en la mía…
Esther Mendoza.

 
 

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