sábado, 5 de enero de 2013

"MIS QUERIDOS MAGOS DE ORIENTE..."








Mis queridos Reyes Magos, les escribo esta carta desde la fría silla de un hospital.
Las horas se hacen eternas y la lentitud del tiempo, me lleva a posar mi mirada sobre  el dolor que se dibuja en los rostros de las personas que ocupan el pasillo sobre las camillas. Esta realidad me aflige. Es una utopía agonizante creer que en navidad nadie enferma, que ni siquiera las lágrimas de aflicción asoman al contemplar sus mochilas personales. Se supone, que estas fechas son sinónimos de perfección del espíritu y concordia, las penas desaparecen y los abismos de tristezas no tienen cabida, sin embargo, hoy mis ojos topan con la realidad que plasma la otra cara de la fina postal navideña.
En frente de mi se encuentra una señora de mediana edad. Sus facciones se han relajado cuando nuestras miradas se  cruzan y el esbozo de una sonrisa compartida, la invita a que por una fracción de segundos, olvide el lugar dónde está y me desee un feliz año nuevo. Su complicidad es manifiesta en ese código secreto que poseemos todas las madres, una clave que tranquiliza a la incertidumbre que asoma en mis pupilas en estas circunstancias.
A mi derecha se haya otro joven qué, también, ha compartido el magnánimo sentimiento de las fechas, aportando serenas palabras,  a mi delatador nerviosismo….
 Me emociona pensar como el ser humano en situaciones extremas donde la vulnerabilidad cuenta mucho, no  abandona su duende de amor y empatía…
Sigo observando, y ,al final del corredor, una madre coge la mano de su hijo; un joven cercano a los veinte años que necesita ayuda de la mujer para recostarse sobre otra camilla de éste lúgubre pasillo. Se lo llevan; pero antes el joven le pide a su progenitora que lo bese, al tiempo que la despide con un “te quiero”. Una vez que el muchacho se pierde tras las puertas del ascensor, la fémina faz toma otra forma y al unísono con su cuerpo, se desploma sobre una silla de plástico verde cuya secuencia de curvas y colores, populariza con un ¡todo vendido! La demanda de su ocupación.
Como cualquier madre cuando la preocupación se apodera de nuestra adiestrada racionalidad, las dotes de actriz que todas desarrollamos en este rol, aflora cual anfitriona en su mejor gala, tranquilizando a nuestros  hij@s . Y, a la bajada del telón con un Oscar en la mano a  la mejor interpretación, lejos de sus temerosas miradas, mostramos la indefensión que nace del mismo miedo que ellos desatan...
Esta carta de peticiones es un fiel reflejo de la cotidianidad de todas las mamás .
En especial, para ti amiga Mónica...
En este tiempo de espera a que venga el doctor, he reflexionado si he sido una buena madre durante todos estos años. Elaboro una lista mental de aquellas cosas más relevantes que definen dicha función desde mi punto de vista.
He alimentado y cuidado de todas las necesidades a mis hij@s, he visitado a sus maestros, y la sala de espera del médico se ha convertido en la sala de estar de casa; reconozco, que jamás en los años que tengo, he visitado tantas veces para mí una consulta médica, aún, sintiéndome enferma.
Recuerdo las noches en vela cosiendo sus disfraces para el cole, o confeccionándole un vestido a mi princesa para su fiesta de jovencita, ¡y nada que decir de las repetidas y ruidosas fiestas de cumpleaños a la que había que asistir ¡si, ó sí!, porque todos eran ¡sus mejores amigos del cole!, ¡ahh!, ellos tampoco podían faltar a la de sus compañeros de pupitre; ese punto, ¡era innegociable con los padres!...
A esto, le sumamos las noches en vela que pasamos porque sus preocupaciones, terminan siendo las nuestras, y sus alocadas ideas geniales, o el dulce desengaño de su primer amor, también son sinónimos de  desvelo para nuestra psique agotada por las largas horas de actividad como mamá.
Sus fiebres han sido los visitantes incordiosos de los fines de semanas. Cuando contabas los días para la llegada del sábado y poder dormir hasta las diez de la mañana, ¡ajá!, se auto invitaba un virus gripal y abanderado por el termómetro, terminábamos en la consulta del pediatra de urgencias.
Las madres nos esforzamos por hacerles la vida más cómoda a nuestros hijos pero no por ello, potenciamos la ausencia de sus responsabilidades.
Además, somos la fuente de un vocabulario universal de fácil traducción: Nos convertimos en brujas, tontas, anticuadas, amargadas, e ignorantes con la famosa frase: ¡“tú de eso no sabes”!
Pero discretamente, supervisamos su aprendizaje a través del “ensayo y error”  que forma parte de  su desarrollo personal.
Cuando crecen, ¡cuanto nos cuesta! delegar en ellos ese individualismo que nos recuerda que los niños, se hacen mayores….
Pensaba en hacer una larga lista de peticiones para este nuevo año. Con deseos que en fechas tan señaladas, invita a pasear a mi niña interior a sumarse a escribir su carta junto a la de mis hijos.
Y, ¡ahí va ¡
Me gustaría dormir más horas, pero para ello, tendría que esperar unos años. Siempre me digo que ello sucederá cuando alcancen la mayoría de edad, pero no quiero aceptar, que luego, tampoco dormiré hasta que oiga el ruido de la llave en la puerta que avisa de "sus regresos"…
Quisiera tener un cuerpo que se cansara menos, me olvidé de que los cereales que ellos toman, a mi no me dan la misma energía…
No descarto unos brazos más fuerte para apartar a mis hijos de aquellos peligros que aún no ven..
¿ y que tal unas tallas menos?; la última vez que me enfundé en un vestido ajustado fue en el cuarto mes de embarazo de mi hijo menor, las dietas no ayudan frente a las galletas de chocolates que compartimos en el parque.
Por prescripción facultativa, ¡unos cascos para súper mamás!, esos que aíslan los gritos de los niños cuando discuten por el mando de la tele,  tampoco estaría mal una voz más imponente cuya autoridad se haga notar cuando digo ¡a la cama!...
Pero Melchor, Gaspar o Baltasar, ¿sabéis cuál sería mi regalo estrella?, tiempo para mí.., un día.., ¡solo un día!, para ir a la peluquería, después comer con una amiga o mi pareja ,sin prisas, y tener el placer de que me sirvan, y ¡el nova más,! consistiría en poder ir al cine y ver completa una película sin interrupciones. El broche de oro seria poder dormir toda una noche sin levantarme a llevarles un vaso de agua, ó, acompañarles al aseo.
 En fin, mis queridos Reyes Magos, espero que les guste el pastel de chocolate que ha hecho mi Valentina y el licor que hay sobre la mesa, lo ha elegido el trasto de la casa, no tiene alcohol, porque según mi Samuel, los camellos tienen que llegar a su casa conducido por un señor conductor responsable… cosas, de los anuncios de la tele…
Mi último deseo:
“Podéis olvidar mis peticiones, si con ello el futuro de mis hijos y el de todos los niños del planeta, se pinta de un mejor color y a ninguno de ellos les falta el calor de un hogar, amor incondicional, el respeto de sus derechos y un futuro dónde puedan realizarse como ejemplo de buenas personas…
Esther Mendoza.
"¿Los mejores regalos? las palabras que acompañan a la sonrisa, ¡ojo!, no es una utopía..."

2 comentarios:

  1. Querida Esther, muchísimas gracias por tan bella aportación. Me ha gustado muchísimo.
    Yo espero y deseo que este año te traiga mucha salud, paz, amor y felicidad.
    Besos. Rosa.

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  2. Es maravilloso saber que la vida que me espera como madre será para toda la vida.

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