Nunca dejes que un espejo roto refleje el rostro de quien no eres, ni permitas que el juicio de los demás estropee tu juventud…
Mi espejo roto…
Me costó abrir los parpados y seguidamente aceptar que aún seguía aquí, entre los mortales. Me pregunté ¿por qué? si este no era mi sitio, no lo sentía, no lo quería. Cualquier signo de esperanza era un golpe bajo a mi deseo de eclipsarme. Note correr la sangre por mis venas y el latido de mi corazón parecía una burla del destino…
Ningún estímulo logró motivar que la ilusión entrara en mi torrente de vida. Por momentos, mi mente buscó alternativas que pudiera disuadir a la imposición del universo a obligarme a seguir respirando…
Las lágrimas, corrían por mi rostro y no hice nada por secarlas... Todo mi ser era un torbellino de emociones contradictorias cargado de incógnitas; no pudiendo ser respondidas por nadie más que por mí mísmo.
A mí alrededor, visualice los vestigios de una errónea decisión. Huellas que marcaron ese instante que separa la delgada línea que rompe el cordón umbilical con nuestra existencia; estar o no estar, cualquiera de las dos opciones, me convertía en un ser desdichado.
Autómata; así me comporté y pronto aprendí a moverme entre los demás como uno de ellos. Fingí felicidad y dominé el sarcasmo de un destino que me imponía una vida que no deseaba. Bloquee mi mente a la racionalidad de un rol que me encasillaba en un cuerpo que rechazaba.
Mis pocos años pesaban como los de un aciano. Cerré los ojos ante aquellos espejos rotos que cuarteaban el proyecto de una vida que trace en mi niñez. Mi confianza, se parecía a los pájaros de verano que con facilidad se van.
Nuevamente, deje de creer en el paradigma de la felicidad para abandonarme a la amarga sensación de sentir que estaba en el momento y lugar equivocado, resultando inevitable la rendición.
Nuevamente, deje de creer en el paradigma de la felicidad para abandonarme a la amarga sensación de sentir que estaba en el momento y lugar equivocado, resultando inevitable la rendición.
Y aunque alguien cogió de mi mano aquellos espejos rotos, yo cerre su puño dañando así una generosidad que no veía...
Me olvidé del poder del amor. Sentimiento de comprensión que en ocasiones, fue la fuente de escasas plegarias en mis noches de soledad tormentosas deseando que ellas fueran escuchadas.
“Mi fe es poca. En mi corazón no se alberga pero a veces, suceden los milagros…”
Esther Mendoza.
Mi querida Luna, me da mucha alegría visitar tu blog y descubrir nuevos escritos. En este caso, más bien me invade la tristeza al comprobar la carga dramática de tu narracion.
ResponderEliminarEs desgarrador el sentimiento que el ser humano puede llegar a sentir para abandonarse al milagro de la vida.No se cuan de cerca podrías conocer tu esa realidad, de cualquier manera, has descrito la desesperación de un ser al caer en el pozo más absoluto de la desidia. En muchas ocasiones he creído que el amor lo puede todo, pero en el amor va implícita la fe.
Mi viaje a España se ha retrasado unas semanas, espero poder tener la oportunidad de viajar a canarias.
Cuídate mucho Luna y como ya sabes, gracias por la dulzura y el sentimiento que pones en tus palabras.
ET.
Ernesto