martes, 19 de febrero de 2013

"¿ME QUIERES AMOR, ME QUIERES...?"


“La magia del amor desaparece cuando la disfrazamos con otro sentimiento…”
 
¿Me quieres amor, me quieres?
¡Sí!, para toda la vida...
Era yo quien preguntaba, detrás de una duda, escondiendo mis heridas mientras tú asentías…
Y, seguí preguntándote;  ¿me quieres amor, me quieres? …
Así, día tras día y tú siempre respondías; ¡sí!, para toda la vida…
En las madrugadas, la espina se hizo amiga, y, al alba, el sol aliviaba la sospecha de una farsa…
Sin saber cómo y por qué, un día mi voz calló y quedó dormida…
Mi alma cansada recibió la fina lluvia de la monotonía, aniquilando así, el amor que por ti sentía, entonces, no demandé más aquello que tanto me dolía…
Ya, en el ocaso que arrastran los años, cuando nuestros cuerpos se han convertido en crueles desconocidos y el leve roce de un beso se ha perdido en la niebla del deseo, me miras de reojo, por debajo de tus anteojos, tras un carraspeo esperas de mí, aquella pregunta que siempre te hacia en las madrugadas y en la distancia... “amor, si me querías”
¿Me quieres amor, me quieres…?
Hoy me preguntas con voz afligida, y, escondiendo la verdad debajo de la mentira, te respondo como tú a mí me decías…
¡Sí!, para toda la vida…
Esther Mendoza.
 
 


jueves, 14 de febrero de 2013

"Respira..."


"A veces, la vida nos sirve cartas que no nos gustan, ¡tíralas sobre el tapete de tu presente! y, apuesta por ti…
 Sí, le he querido…
…. ¡A ciegas!, cruzando entre el miedo y la pena; temblando como un barco a la deriva...

¡Sí!, le he querido… cuando estaba y se alejaba, cuando reía  o entristecía...
 
¡Respira!, me decía cuando rondaba su cuerpo de puntillas, y, sin hablar, esperaba me diera pautas para llegar a su encuentro…

Le quise,  aún, cuando no entendía el porqué no me veía…
Si quererle era estar ausente en su vida, lo estuve; cual eclipse de luna  espera sediento la luz del día…

Respiré y aguanté. Quizás, no fue entre todos el más perfecto, pero me dio el amor más profundo y breve…

Otros me amaron, pero a ninguno quise como a él…
Tal vez, porque  estando cerca le amé en la lejanía de sus afectos cerrando los ojos al dolor…

A veces, se aproximaba  tímidamente y, como una estrella en el firmamento iluminaba las aristas de mi soledad.

Viví su amor como una historia ajena, como una playa lejana en la que a solas, deslizaba mis pies por su orilla buscando las caricias que en él no encontré; una humedad de sal sobre la arena...
Le tuve entre mis brazos, pero nunca le sentí mío; algo así como el perfume que se aleja en el viento y, el viento, se enreda con el tiempo…

Fue lo cercano y lo remoto, cubriendo un vacio cual vela de navío llena con el viento, y, como la luz en un espejo roto, se fracciona sin remedio…

 Otros me amaron más, llenando ese vacío; aquél que un día frio su partida alojo en mí, como algo mío…

En la estación de mi vida, recogí mis velas caídas y exhalé el último resquico de dolor que me dejó su amor…
 Y, en la distancia y con el tiempo, supe que su vida esta huérfana de afectos profundos, que su dolor es más grande y grita sin hacer ruidos, su corazón se seco, ¡tanto!, cómo la  espiga qué espera ser arrancada de la árida tierra que un día la alimentó…

…. Sin embargo, no fue el más bello, ni el más bueno, pero sí el que más amé…
Y, sí, le he querido...
 
Esther Mendoza.

sábado, 9 de febrero de 2013

"ANAÏS..."

"
“Y me das toda la ternura con tu presencia…"



“Aun me quedan fuerzas para abrazarte, para escucharte y acompañarte…”
 
Sé lo importante que soy para ti, cada día me lo recuerdas. Cuando necesitas mi apoyo, buscas mi hombro, y, tras un suspiro largo, compartes tus preocupaciones y alegrías. Me convertí en tu cómplice de sueños. Participo de tu revoloteo cual cometa en dirección a ellos y, aquí abajo, sujeto la cuerda sugiriéndote que por mucho que alces el vuelo, nunca olvides las razones que lo propiciaron…
Hay un lazo que nos unirá siempre; ese invisible que nos ata sin dependencia, desde la libertad que nace del amor incondicional entre madre e hija.
 
“Y me das toda la ternura con tu presencia…”
 
Mi querida hija, hoy ojeaba el álbum de fotos del día de tu nacimiento. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, y, aunque han pasado ya veinte años, no son lejanos los sentimientos que afloran al rememorar ese momento… ¡un tiempo que se me ha pasado en un abrir y cerrar de ojos!, sin embargo, cuanto encierran estos años, pocos en el calendario de tu vida y muchos, y, gratificantes, en el mío como madre.
 
Realizaste en más grande anhelo de mis entrañas; ser mamá, y, crecer a tu lado con las vicisitudes que conlleva ambos roles. He tratado de inculcarte valores que te dignifiquen, ¡no aquellos que los demás esperan de ti, sino tú autenticidad mostrada al mundo, tal cual eres, con coraje, valentía e integridad...
 
Doy gracias por los pasos que continuamos dando juntas, por las risas que compartimos, por el cambio de rol en algunas ocasiones cuando te empeñas en sobreprotegerme como si de una niña se tratara. Tengo que agradecerte tu bella y luminosa sonrisa cuando me falta para mi, sumándole a tus innumerables gestos, el pintarme un arco iris en el rostros con ilusiones cuando llegan esas mañanas difíciles en que cuesta moverse y poner en práctica la fe…
 
Sé que tienes derecho a caer y a levantarte tantas veces apueste por la conquista de un sueño, y, ahí, estaré con los brazos extendidos recordándote que las caídas te hacen más fuerte y más valiosa si eres capaz de remontarlas con nobleza y fortaleza; todo ello te llevará a perfeccionar a la gran mujer que ya eres… …
 
Aun sigo aquí, cerca de ti, pensando en las formulas correctas para aportar vivencias a tu historia y granitos a tu felicidad.
 
Hoy paseábamos por la calle fría y triste. Las noticias venían cargadas con nubarrones de desesperanzas, pero, traté de arrancarte esa carcajada ruidosa y juvenil que siempre tienes para mí.
 
Todos los cambios asustan. Son viajes cuyo equipaje debe ser ligero; hay que tener hueco para llenarla de voluntad, confianza y aprendizaje; Sintiéndola como las pruebas de aquello que nos ocurre en la vida como consecuencia de nuestra participación en ella.

 Esfuérzate por no perder tu esencia, potencia tu dulzura ofreciéndola a borbotones cual don te ha sido asignado; con ella, curarás las almas enfermas de rencor y desamor… y, cuando una espina te lastime, piensa cuanto sufre lo hermoso creyendo que no lo es. En ocasiones algunos seres se comportan como espinas, y no son capaces de ver lo grande que alberga en su corazón por muy recóndito que se halle…
 
Dicen que las almas eligen desde el cielo a sus padres, gracias por elegirme como madre. Eres una gran maestra en mi vida y una bendición.
 
“Se noble, justa y equitativa. No juzgues, solo observa la coherencia humana entre sus palabras y acciones sin que te dañe… ”
 
¡FELIZ CUMPLEAÑOS ANAÏS!
Te quiero.
Esther Mendoza.